31. Muerte.

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La ciudad de Tokio era amanecida por una leve llovizna y una apresurada sam que corría por las calles, mientras trataba de ver en su celular lleno de gotas precipitadas veterinarias en su ciudad. Existía un barrio destinado a tales centros de salud, por lo que se dirigió ahí y desde luego que decidió por la más cercana y corriendo, con el gato en brazos se detuvo en un semáforo rojo. Tocó al minino y lo notó helado. Fue suficiente para sentir como de pronto el calor de tanto correr era perdido y un escalofrío le recorría el cuerpo. 

Sin embargo, aún así una vez dio verde el semáforo siguió corriendo y girando por las avenidas hasta entrar rápidamente en un centro medico de animales, esperanzada en poder recuperar al gato.

Las personas que trabajaban ahí se dieron cuenta de la situación en la que venía el gato y sam, por lo que salieron a su ayuda llevando al minino hacia una sala mientras le tomaban los signos vitales.

—no responde, pero dale con eso, apúrate, hace dos o tres minutos.—se hablaban entre ellos, sam no entendía un carajo, pero solo veía al gatito como ahora parecía un animal disecado.

—dale compresiones en el pecho.—decía ahora otro chico de ahí más calmado mientras el otro recibía las ordenes y las ejecutaba, sin embargo, luego de unos minutos se miraron con la respuesta frente ellos.

—lo lamentamos.—sentenciaron.

El rostro de sam sólo divagó por la habitación sin emoción alguna. "por lo menos ya no está sufriendo" pensó. Bastante desconcertada de todo lo que le sucedía se dirigió vagando en sus pensamientos hacia la salida de la veterinaria ignorando a todos ahí.

Hasta que una mano la detuvo.

—Señorita.—dijo una voz masculina joven.

Sam pálida, mojada, ojerosa, triste y perdida se giró a mirarlo.

—su gato...—dijo el chico preocupado notando que la castaña parecía estar muy afectada.

—n-no era mío, encárguense ustedes.—dijo y el chico algo consternado sólo asintió.

Ahora caminaba calmada y es que sentía sus piernas como contraídas, débiles y confusas, comenzaba a perder la coordinación, por lo que caminaba lento, mientras la lluvia ahora era más densa y caía de lleno mojándola de su cabeza hasta los pies.

Caminaba como un zombi, y es que no quería pensar en nada, porque cualquier cosa que pudiese pensar era negativa y le hacía daño. Tenía un pensamiento que le advertía que debía enfrentar esas situaciones, pero también prefería ignorarlo, quería su mente en blanco.

No quería pensar en nada, absolutamente nada, sólo pensaba en como se humedecía.

Hasta que una bocina la hizo recapacitar.

—¡fíjate por donde caminas estúpida!—escuchó y dio un salto avanzando hasta el otro semáforo, y es que había cruzado la calle en rojo. Sintió un miedo horrible y como su corazón fue testigo por como latía. De pronto notó como la gente a su alrededor la miraba. Odiaba que la miraran porque sólo verían sus fallas, su fracaso, a ella le bastaba con verlo por ella misma. De pronto se giró y se dio cuenta que todos la miraban por lo que corrió a cualquier dirección al ver como la gente comenzaba a susurrar entre ellos, comentando su situación.

Su rostro se desfiguró en una cara triste mientras ahora las lagrimas se confundían con las gotas de lluvia en su rostro y no se detuvo hasta muchas otras avenidas lejos.

Se detuvo a retomar el aire y notó en su dedo anular el anillo de compromisos, con rabia se lo quitó, le costó pero cada segundo que sentía que lo tenía era como sentirse agobiada por Ryu y toda la presión ajena que le imponía la gente.

Guardó agresivamente el anillo en el bolsillo de su blazer y resolvió sus problemas.

Dejaría de existir ese mismo día.

"por lo menos ahora no está sufriendo", la muerte fue la solución del gato y sería la de ella.

Después de todo no le quedaba nada más, ni un deseo ni esperanza por que vivir.

Mientras caminaba por la avenida y por el lado de las tiendas, especialmente en una vitrina vio como algo se movía y se sintió amenazada, por lo que se sorprendió de gran manera al ver como un hombre limpiaba la vitrina por dentro del local, y es que la acción que ejercía era como si fuese a pegarle a sam, y por lo transparente del cristal fue inevitable que sam, con sus defensas bajas se sintiera amenazada.

Sintió su corazón latir con fuerza, al ver con sobresalto al otro lado del vidrio a unos ojos miel que la miraban de la misma manera que ella lo hacía.


favorite crime; keisuke baji || htrsxl.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora