24. Adolecer.

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—Buenas tardes, ¿cómo están?— saludaba Gena a un gran auditorio de estudiantes universitarios a quienes daría una charla como experta en desarrollo psicológico. Según el murmullo de la mayoría al parecer todos se encontraban bien, y no era para menos, las conversatorios de Gena llamaban a centenares de personas y a cualquiera le alegraría el día.—Durante el desarrollo humano nos encontramos con muchas etapas, ¿alguna más importante que otras?, no, sin embargo depende de la perspectiva de cada área. La infancia, como sabemos es el momento donde se consolidan las bases de la personalidad, la cual es difícil de cambiar, pero no imposible, sin embargo mientras más etapas avanzan es más difícil moldearla.—decía mientras se desplazaba en el gran auditorio, teniendo la atención de todos, al mismo tiempo que su hija, Sam, se graduaba de la secundaria.

(...)

Finalmente había llegado el día de la graduación, era la última oportunidad de ver a la mayoría del curso y profesores reunidos, sin embargo los pandilleros (como era usual) no asistían. Todos vistiendo su uniforme correctamente se formaron y tomaron la foto de curso, y luego en una gran ceremonia iban llamando a los graduados y la profesora de curso les hacía entrega de su certificado.

La mayoría también eran formada por los padres de los estudiantes, con quienes luego era típico que se fuesen en familia a una celebración previamente programada. Sin embargo, de los padres de Sam sólo pudo asistir su padre, puesto que su madre se encontraba en una charla en una universidad, sobre el desarrollo psicológico, por lo que su padre, quién tampoco gozaba de mucho tiempo libre, cumplió con ir a presenciar la ceremonia, felicitarla, abrazarla, darle una rosas además de dinero y retirarse, prometiendo que en otro momento celebrarían, lo que a Sam no le afectaba mucho, y es que estaba acostumbrada a su ausencia. 

Mientras hablaba con Emma y sus padres, a lo lejos veía a Hina siendo consentida por sus padres, la misma que luego revisaba su celular y muy emocionada comenzaba a dirigirse hacia Sam y Emma, especialmente a la primera.

—¡Sam!, ¡Sam!, ¡Sam!

—Hina, ¿qué pasa?—preguntó confundida y Hinata no tardó en susurrarle algo al oído que hizo que los ojos de Sam brillaran como nunca antes.

—Me dijeron que te dijera que fueras al galpón que queda detrás de la escuela.—dijo emocionada en el oído de la castaña.

Sam no perdió el tiempo y se encaminó hacia el lugar, y es que tampoco quería hacer esperar a baji, puesto que por la emoción de Hina y lo específico de la ubicación coincidía con el pelinegro y seguro se trataba de él, no tenía pruebas pero tampoco dudas, menos de la situación que iba a presenciar , que seguro sería uno de los días más importantes de su vida, o por lo menos su adolescencia o juventud.

Cuando ya estuvo cerca del lugar comenzó a caminar despacio, respirando profundo para tranquilizarse. La gente que transitaba a su lado la miraba algo alegre viéndola en su uniforme y rosas en manos, y es que usualmente la gente reconocía la belleza de juventud en aquello, y en aquellas fechas que significaban tantos cambios en los adolescentes. 

Estaba frente el galpón, se acercó e intentó abrirlo, pero pesaba mucho, por lo que dejó las flores en el suelo y ahora aplicando más fuerza comenzó a abrirlo provocando un gran ruido desagradable que la hacía fruncir el ceño, y así ahora enfocar la escena frente sus ojos.

Su corazón latía como si estuviese corriendo una maratón, no, incluso sintió como se detenía y como el aire comenzaba a faltarle, pero luego comenzaba nuevamente agresivamente a latir con más fuerza que antes. Sintió como sus piernas perdían la fuerza, incluso le tiritaban como después de una larga rutina de ejercicio, incluso sus cejas temblaban. En el momento en que ambos la miraron sorprendidos fue cuando las lagrimas comenzaron a caer por las mejillas de Sam, cayendo como lo hacían sus labios entreabiertos del shock, tensando todo su rostro hacia abajo siendo evidentemente un rostro triste.

(...)

—La adolescencia.—nombró Gena haciendo una gran mueca y es que para todos es conocida como una etapa difícil.—usualmente se relaciona etimológicamente con "adolecer" es decir, "padecer" específicamente un dolor, tratando a esta etapa, de la adolescencia, como de dolor en el crecimiento, y últimamente se ha negado la relación de términos, pero no creo que haya estado tan equivocada, y es que, créanme, mi hija está en esa etapa y-... —dicho eso la multitud rio interrumpiéndola y ella se unió a las risas y continuó:— Pues, resulta que la adolescencia es un periodo crucial durante el cual se toma una nueva dirección en el desarrollo, se elabora o re-elabora la identidad, se plantea el sentido de la vida, la pertenencia y la responsabilidad social. Es al mismo tiempo en donde también suceden los enamoramientos por primera vez, el cual suele ser fantasioso, inmaduro y en el 99.9% de los casos suelen terminar, debido a la misma inmadurez emocional o por mudanzas, religiones, etc. Sin embargo que sean inmaduros emocionales, no significa que el dolor al romper una relación, por ejemplo, no sea real, en realidad lo es, incluso cabe mencionar que es en esta etapa donde el ser humano corre más riesgos, y es que los adolescentes suelen ser propensos en caer en la depresión, ansiedad, trastornos alimenticios, entre otros, y es que el sujeto está en una metamorfosis muy dolorosa, cambia el cuerpo, las hormonas, entre otros...

(...)

Dentro del galpón un traga luz permitía ver entre toda la oscuridad una silla, sobre la cual estaba baji y sobre él Hera quién lo besaba en la boca frenéticamente. Al sentir el ruido de la puerta se detuvieron un momento para ver de quién se trataba, dejando ver a Sam quieta físicamente, aún cuando por dentro todo estaba derrumbándose dentro de ella. No era necesario que cerrara los ojos para que las lagrimas saliesen a chorro, tampoco que le hicieran saber que no debía estar ahí, o quizás sí debía para que finalmente pudiese haber abierto los ojos y entendido las alarmas en las actitudes previas del pelinegro.

—eh...—soltó la rubia, quién miraba la figura de Sam a lo lejos.

—tranquila, no es nadie.—escuchó sam decir al pelinegro quién de inmediato atrajo hacia sus labios los ajenos de la rubia, la que entremedio soltaba una risa juguetona.

La castaña trató de mover su pierna, le urgía salir del humillante lugar, pero no le respondían, por lo que intentó con más fuerza lo que acabó llevándola al suelo, se levantó lo más rápido que pudo y salió corriendo mientras sentía como su pecho se separaba, como su corazón se contraía, provocándole una puntada en el mismo. No tenía palabras ni pensamientos, porque no podía asimilar siquiera lo que había visto y escuchado. Sólo corría sintiendo dolor, no era solo mental, podía sentir su corazón romperse de manera literal, tanto así que le costaba respirar. Mientras corría sin pensar tropezó en una solera y cayó rasmillándose su rodilla, inhalaba exageradamente porque no encontraba más aire.

—Señorita...—escuchó a un señor que le hablaba, levantó la mirada y se trataba de una compañera de curso junto a sus dos padres, saliendo de la ceremonia, dándose cuenta que todos comenzaban a salir, y algunos lograban reconocerla y todos tenían la misma impresión de shock y conmoción, pero sam no estaba dispuesta tampoco a dar pena.

Como pudo se levantó y como si fuese un conejo al que perseguían para devorarse corrió como nunca y al primer taxi que vio, detuvo. Se subió con diligencia en los asientos traseros y mientras su pecho subía y bajaba dio su dirección. El conductor era un hombre anciano, quién asintió de inmediato a medida que miraba por el retrovisor a la chica y su pierna herida, sólo sintió pena por ella.

Sam comenzó a controlar su respiración para calmarse y comenzaba a lograrlo, trataba de evadir cualquier pensamiento o memoria pero era imposible quitar de su mente a Baji besándose con Hera encima.

(...)

—Doctora, según explicó en la adolescencia pueden tomar decisiones importantes, incluso trascendentales a tan corta edad, que pueden poner incluso a los mismos en peligro, ¿cómo evitamos eso? ya que son tomadas en inmadurez, ¿cómo evitamos que se enamoren o creen sentimientos tan fuertes?

—no podemos interrumpir eso, el sufrimiento será el costo de la experiencia que ganarás para luego ser más sabio en el futuro.

—¿entonces el precio a pagar, sería...?

—dígamelo usted.—respondía Gena.—todos estamos aquí porque hemos pasado esa etapa.

—gracias doctora.


favorite crime; keisuke baji || htrsxl.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora