22. 25.

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(...)

Sam sentía como el aire comenzaba a faltarle y como la habitación se hacía más pequeña, por instinto se dirigió hasta el balcón de la mansión y se apoyó en la muralla, mientras tanto su pecho seguía contrayéndose de la ansiedad y miedo.

En el frio de la noche su exhalación tomaba forma en el aire, y detrás de ello miraba los campos y el viñedo que se ubicaban frente la mansión, siendo iluminados por la luna.

¿Cómo había llegado hasta aquí?, ¿Cómo fue que se lo permitió a ella misma?, ¿Qué había hecho con su vida?

Mientras tales preguntas rondaban su cabeza también unas lagrimas comenzaban a caer por su mejilla. Tragó saliva mientras miraba la altura que la separaba del primer piso, era letal, pero tampoco era como si estuviese viviendo últimamente. Trago saliva nuevamente, pero ahora dispuesta a saltar, sin embargo cuando iba a elevar una pierna la llamaron.

—Te encontré.—escuchó esa voz varonil grave, que la hizo poner los pies en la tierra. Esa voz que la agobiaba. Se giró para encontrarse con esa imagen de ese hombre, sonrió levemente.—¿estabas llorando?—preguntó algo sorprendido y en su rostro podía verse algo contento.—espero que sea por felicidad.

—claro que es por eso.—respondió bajando la vista Sam, mientras quitaba esas lágrimas de sus mejillas con sus dedos.

—En serio no sé que hice para merecerte.—dijo riendo con esa risa de gente adulta, carraspeando casi en su garganta adicta al tabaco. Sam sólo sonrió mirando hacia el suelo, a la vez que la mano de Ryu buscaba su dedo anular de la mano izquierda para levantarlo entre ambos, dejando ver el carísimo anillo de compromisos que le había dado esa tarde frente a todos.—Guau, siento que cada vez que lo veo brilla más, ¿no lo crees?

Sam soltó una leve risa.—es verdad.

—Debo irme, no creo que sea bien visto que los novios estén antes del matrimonio solos, menos en una habitación.—dijo y Sam solo respondía con sonrisas y medio risas falsas. A veces se preguntaba asimisma como es que Ryu no lo notaba, que eran falsas.

—Claro, puede que duden de tu castidad.—comentó Sam y Ryu se echó a reír a carcajadas, puesto que era un viudo de 54 años, padre de tres hijos de su primer matrimonio, algunos de la edad de Sam.

—Eres chistosa cuando te lo propones.—respondió ahora mirándola con deseo y cerca.—reamente eres perfecta...—habló grueso cerca de su rostro, para luego sonreír engreídamente.— pero no te elevaré mucho el ego, ¿sí?, me voy.—dijo finalmente casi girando su cuerpo.—Oh, Sam.—llamó su atención antes de irse y la castaña lo miró sin ánimo alguno.—podrías recortar tu cabello, ya sabes, a tus 25 años creo que ya corresponde, más si serás mi esposa.

favorite crime; keisuke baji || htrsxl.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora