Three feet to touch the underworld [AU EM] [CORRIGIENDO]

Capitulo cuatro: "Salvador"

El chico castaño se despertó en medio de la arena de la playa de un sitio desconocido para él, había sido arrastrado a una isla desconocida sin ninguna explicación aparente, no lograba recordar el cómo llegó hasta allí tal vez era una alucinación o el más allá y realmente estaba muerto. Volteó a varios lados y solo encontró palmeras detrás suyo, mar y la nada absoluta a parte de eso, estaba solo pero ¿Quién rayos lo había rescatado?, Estaba en aguas profundas como para que alguien lo rescatara así como así, era muy confuso.

Se puso de pie y decidió caminar por toda la playa asegurándose de que estaba en una zona civilizada al menos pero no era así, estaba en una de esas islas en las que Jean le señaló que no fuera si no quería ser comida de Sirena, era la zona restringida según unos conos rojos flotantes a lo lejos que tenían un cartel de que esta isla no era apta para su visita.

Tal vez los lugareños colocaron restricciones a las pequeñas islas que rodeaban aquella isla turística principal para beneficio propio o cuestiones ocultas de gobierno pero por lo que le había dicho Jean no era eso si no que con eso evitaban que aquellas criaturas marinas no fueran visitadas y vistas como una criatura existente para mantenerlas en pura ficción y no asustar a la gente por la realidad de estas.

Unas rocas estaban a unos metros de él aquellas rocas parecían un puente apiladas en orden que llevaban de la arena de la playa hacia el mar pero en su zona no tan profunda, su zona de 3 metros de profundidad, caminó aquellas 5 rocas hasta llegar al límite de estas para observar aquella agua de un color azul cristalino, pudo ver aquellos peces nadando de un lugar a otro, era una isla muy bonita pero no tenía ni idea del cómo regresar a casa, estaba jodido, iba a morir de hambre, sed e hipotermia ya que su ropa estaba mojada si es que antes no llegaba un animal de la jungla a comérselo, soltó un suspiro, aquello se sentía irreal.

—Uhmm— escuchó de repente, abrió los ojos sorprendido por aquel sonido que provenía de una voz femenina, eso era, una Sirena le había salvado el pellejo, no había otra prueba más verídica que esa, no estaba loco, eran verdad que esos seres macabros existían.

—¿Quién es?— preguntó mientras veía aquel ser nadando en las aguas cristalinas, cabello negro y largo, aletas de un color verde grisáceo y al parecer su piel era pálida, el miedo invadió su cuerpo, se puso rígido, no sabía que hacer, no quería morir ahogado por una, tal vez era por eso que lo había rescatado para matarlo vivo, no sabía qué clase de mentalidad retorcida tenían aquellos seres marinos muy terroríficos.

Aquella Sirena salió del agua acercándose a la orilla de las rocas para asomar su cabeza directo hacia la mirada de aquel chico, tomó sus garras y tocó la mano de éste haciéndole entrar en absoluto nerviosismo.

—Cálido— dijo con una sonrisa mostrando aquel rostro demasiado hermoso, no tenía la idea de que aquellos seres eran muy bonitos a la luz del día, tal vez en la mitología griega decían la verdad cuando mostraban dos caras, en el día la buena y en la noche la mala.

—Esa es mi mano, ¿No vas a matarme?— la Sirena negó, aquel ser femenino tocó el pie del castaño mientras soltaba risitas melodiosas, desconocía si hablaban su idioma por completo o solo algunas palabras por lo que escuchaban de la gente, estos seres eran un misterio total.

—Eres cálido— susurró la pelinegra, hasta ahora que se daba cuenta, ¿Las Sirenas tenían rasgos asiáticos?, ¿Por qué esa chica se parecía a una japonesa?, para vivir en Estados Unidos y más específico en Florida un estado donde llegaban personas de distintos países a pasar sus vacaciones era la primera vez que tenía de frente a alguien de rasgo asiático que no era la televisión, videos de YouTube o revistas.

—¿Puedes entenderme?— preguntó confuso al dudar de que entendiera su idioma, la pelinegra asintió.

—S-si— dijo algo sonrojada, ¿Era posible que una Sirena se pusiera así con un humano?, era extraño verla tan amable y tímida, ¿Acaso Jean le decía la verdad? ¿Por qué esta Sirena actuaba diferente?