Capitulo nueve: "¿Amor?"

250 28 0
                                    

Aquel chico había ido a la orilla del mar a capturar algunos animales marinos para cenar, al menos optaría por dietas más saludables mientras estaba en aquella isla, siempre comía 50 y 50 ya que aveces comía comida chatarra y siempre lo compensaba levantando pesas en su habitación, no hace un tiempo había comprado una caminadora y unas pesas para hacer ejercicio en casa por si no podía salir al gimnasio, apenas había pasado más de un día de su desaparición y extrañaba su hogar.

Éste aprovechó que aquella Sirena estaba durmiendo dentro de aquella choza para irse a bañar en plena noche y observar el cielo azulado lleno de estrellas mientras aquella cascada seguía haciendo ruido, cerró sus ojos relajándose al tener contacto con el agua mientras flotaba desnudo en aquellas aguas, era extraño que no hubiese otra Sirena por aquel rumbo y solo había conocido a Mikasa que por cierto era una chica muy energética y curiosa a pesar de pertenecer a una especie cuyo comportamiento aún era dudoso, aquella chica no mostraba malas intenciones de hecho parecía que ésta se había enamorado de él, era extraño de comprender aún para el, que aquella Sirena estaba mostrándole demasiado afecto desde que lo había conocido hace algunas horas parecía que aquella Sirena lo conocía desde antes, comenzó a cuestionarse ¿Desde cuando?, había leído un libro de un autor llamado Hans Christian Andersen llamado "La Sirenita" que narraba sobre la historia de una joven Sirena que había caído enamorada de un príncipe que conoció cuando éste iba en la embarcación, lo crudo de aquella historia fue que aquel príncipe nunca la amo, solo aquella Sirena y fue amor a primera vista de parte de ella, al final aquella Sirena hizo un pacto que le costó su propia vida, pensaba que aquel autor solo se le volaba la imaginación como los creadores de DC cómics o Marvel, historias ficticias que no pasaban en la realidad pero las Sirenas eran reales y ahora tenía a una conviviendo con él, pero también había literatura nórdica y griega que narraba lo cruel que eran estas y que no se enamoraban de alguien solo eran seres depredadores como los tiburones o ballenas asesinas.

Hasta donde sabía de Jean era que el canto de una Sirena podía enamorar a un hombre y hacerlo esclavo de la Sirena, ellas podían controlarlos pero no tenía ni la más mínima idea de si aquel canto podía hacerse a propósito con ciertas intenciones hasta ahora no sabía si Mikasa era capaz de enamorarlo a la fuerza a través de su canto para hacer que la amase pero era técnicamente difícil de adivinar aquello con certeza, hasta ahora aquella Pelinegra solo lo besaba y se mostraba frágil con él, tal vez esa era su verdadera personalidad y no tenía malas intenciones para nada de hacerle eso y tampoco de matarlo, ella quería amor, quería ser amada, éste no se sentía capaz de corresponder a tal sentimiento ya que era demasiada responsabilidad pero tampoco quería hacerle daño de manera sentimental, no sabía si caían en depresión por un rechazo.

Suspiró agotado mientras pasaba sus manos a su cabello que apenas estaba comenzando a crecer después de hacerle un corte militar hace algunos meses atrás, ya que éste había salido de su servicio militar obligatorio de año y medio en su país de origen ya que éste no era estadounidense si no se había criado allí, aquel cabello ya estaba un tanto largo ya que el undercut ya había crecido y podía ver sus cortos cabellos ondulados habían desaparecido todo rastro de aquel corte militar.

Salió del agua y caminó desnudo con aquellas prendas sucias hasta la choza, se acercó a aquel baúl y se agachó para buscar al menos con que secarse ya que estaba muy mojado, sonrió victorioso al encontrar una toalla corta pero perfecta para cubrirse en lo que buscaba en aquel baúl ropa para estar más cómodo, ya que su ropa interior estaba mojada optó por ponerse unos pantalones de mezclilla para cubrir su área genital, se colocó una camiseta vieja que olía un poco raro, el estilo de aquella camiseta era hippie, tal vez los que vivieron allí en los 70s lo eran por eso su estilo de vestir era así. Abrió aquella cortina para encontrarse con la pelinegra durmiendo abrazando aquella sábana mientras la hacía un bulto, pudo deducir que ella quería abrazar a alguien, se acercó hasta su rostro sereno para tocar su mejilla suavemente, la pelinegra abrió los ojos y sonrió.

—Eren... ¿Puedes dormir?— preguntó en un susurró algo adormilada, éste quitó su mano del rostro de la pelinegra ya que era vergonzoso que lo atrapara viéndola dormir.

—No me he ido a la cama todavía, no sé si sea apto pero ¿Puedes dormir conmigo?— la pelinegra al oír aquello extendió sus brazos esperando que éste la cargase, éste así lo hizo, la llevó hasta el otro lado donde estaba aquella cama un poco más grande, por suerte aquella cama había sido limpiada horas antes por aquel castaño para acostarla en la cama y dejarla dormir del lado izquierdo, éste se acostó a su lado tomando aquella sábana que tenía aquella chica que utilizó para abrigar su cuerpo en él, éste utilizó otra sábana más delgada para cubrirse y dormir del lado derecho de la cama, aquella pelinegra estaba otra vez dormida, éste observó el techo aún sin dormir, no estaba acostumbrado a tan siquiera dormir con alguien sin intenciones sexuales, solo el hecho de dormir con una persona, cosa que frecuentaban los mejores amigos o las parejas ya que eso era un acto muy íntimo y personal que no podías mostrar con nadie más, éste chico intentó cerrar los ojos esperando que el morreo le cayese de golpe y así lo hizo se quedó profundamente dormido.

=======*=========*=======*

Aquel chico de cabellos negros caminó hasta la orilla del mar, se introdujo más y más al fondo buscando a aquella Sirena, nadaba intentando verla, su amada no aparecía desde hace ya 3 días tenía miedo de que algunos pescadores de aquella zona la hubiesen matado, tenía esa grande intensidad de buscarla, la desesperación le carcomía su ser, no iba a aguantar más si no veía a Mikasa.

Éste le había enseñado muchas cosas, a aprender a hablar correctamente y a escribir su propio nombre con la pluma de tinta, había investigado algo de su especie, ellas se comunicaban con los chasquidos de la lengua, si podían hablar pero no podían desarrollar lenguaje por sí solas, tenían que escuchar palabras de alguien más y aprender por si mismas de esa manera. También le había enseñado que existía el amor y que podía haber algo entre un humano y una Sirena, llevaban un año de conocerse, estaba planeando la manera más descabellada de llevarla consigo a un río cerca de una cabaña para llevarla allí y vivir con ella y olvidarse de sus riquezas ya que siempre se sentía incompleto y aquella Sirena había mostrado un sentimiento que ninguna mujer le había causado, le había mostrado el amor puro y sincero, sin avaricia, sin venganza, sin rencor, era lo que muy pocas personas conseguían con el amor puro, la felicidad.

—¡MIKASA!— gritó aquel chico desesperado buscando a aquella chica de cabellos negros que tanto amaba.

—SEÑOR EMILIO VENGA AQUÍ— gritó su nana llamada Antonie junto con su mayordomo Federico viendo que aquel chico estaba sentenciando su muerte al estar lejos del muelle.

—Mika...— aquel chico explotó en lágrimas al darse cuenta que la mencionada no respondía a su llamado, comenzó a pensar lo peor que le había pasado, sintió unos brazos fornidos cargarle, era un señor que era pesquero que lo estaba llevando hasta la orilla del mar junto al muelle.

—Tu madre va a llevarte a un hospital psiquiátrico, haz estado demasiado raro todo éste tiempo desde hace más de un año joven Emilio, al parecer un médico le dijo a tu madre que tienes conductas suicidas, también que hablas solo y luego vienes al mar a tener alucinaciones, simplemente no puedo tolerar eso, por tu bien, tenemos que internarte lo más pronto posible— aquel chico comenzó a negar con la cabeza, no podía ser verdad, no podía creer que su madre creyera que estaba loco, le había contado a uno de sus amigos sobre aquella Sirena y su historia de amor pero al parecer éste le había traicionado contándoselo a su progenitora por eso estaba dispuesta a internarlo para que mejorase su salud mental y se sentía mal porque no haberle puesto atención antes de que llegara a ese extremo de estar completamente loco.

—Ven, mañana las enfermeras te llevarán a la clínica mental de San Piedro en Bolonia, tal vez no te veamos unos 10 años pero espero que en ese tiempo salgas siendo un hombre sano para que tengas una vida normal y plena— dijo Antonie tocando las mejillas de aquel chico pelinegro de ojos turquesas.

—Estoy bien, no estoy loco, tienen que creerme es verdad, es verdad sobre que existen, no son alucinaciones— Su nana y mayordomo negaron con la cabeza en desacuerdo y estaban sumamente tristes sobre el futuro del hijo único de la Familia Saintatore.

Three feet to touch the underworld   [AU EM] [CORRIGIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora