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Desperté, sentí como algo pesado robaba mi aliento, como si la muerte misma me diera un beso, o quizá solo era apnea del sueño. Sin importar el motivo me deslicé fuera de la cama revolviendo mi cabeza, tenía una sed infernal, al nivel de sentir arder mi lengua y obligarme a levantar donde la cocina, camine torpemente sin ver nada a mi alrededor ahora, conocía ese sitio a la perfección, quince pasos en tal dirección y estaba la repisa de los trastes, tres pasos a la izquierda y podía encontrar el dispensador de agua a tientas, giré con mis ojos cerrados confiado por completo en mi y todo lo que hay más haya de mi dentro mío.

Estaba por entrar a mi habitación pero una luz se filtro entre mis párpados, algo que creí imposible pero no era así, solté el vaso después de beber de el en un mueble cercano.

El amor de mi vida estaba detrás de esa puerta, seguro dormido con un rostro tan apacible muy parecido al de todos los días, a excepción que quizá, solo quizá este día podía ser especial, si había bebido lo suficiente quizá podría darle un beso de buenas noches sin que se moleste. Con aquella idea me llene de emoción, sosteniendo el pomo de la puerta, estaba por abrirlo lentamente, tanto que me dió el tiempo de escuchar una voz con la que solo había alcanzado a soñar.

── ¿Porque no puedo verte Kahl? ── Mi espíritu escapó de mi cuerpo para dirigirse justo debajo de mis pies, solté el pomo de la puerta y si un paso atrás. "¿KYLE ESTA EN TU HABITACIÓN?", Pensé en un estruendo mientras que intentaba procesar todo lo que había pasado, creyéndolo imposible.

Acababa de verlo, acababa de ser participe de esto, pegue frenetico mi oído a la puerta escuchando la confirmación de su voz a lo que caí de espaldas mío, no podía estar pasando esto, los grandes enemigos de toda la vida, nada menos que el epítome del odio existía entre ellos, justo la persona de la que menos lo espere.

Arrastré mi cuerpo por el piso como la rata que era llegando a mi cuarto para cerrar la puerta sudando como un cerdo, rascaba mis brazos compulsivamente sin notarlo aunque después descubrí las cicatrices. Corrí dónde mi computadora y le prendí, abrí un programa esperando con tal ansiedad que conseguí arrancar una uña de mi mano obligándome a sangrar sobre de mi escritorio y ropa. ── MIERDA, MIERDA, esto no puede estar pasando... No... Eric... No puedes estar haciéndome esto, no después de todo... ── Al fin se abrió el programa y lo ví, las múltiples cámaras que había instalado en tu habitación con el fin de cuidarte reflejaban ahora al hombre que hacía mi vida pedazos.

── ¡KYLE BROFLOVSKI .... Voy a arrancarte la maldita cabeza! ── No pude gritar atonito hasta el momento en el que el muy desgraciado abandono nuestro hogar, arriesgarme a entrar y tan solo hacer una escena era darte un motivo para marcharte. Estabas agotado y no me escuchaste gritar, romper mis almohadas o entrar a tu habitación. Cuando estuve ahí solo pude quedarme estático de pie por horas, sin importar cuánto doliera, horas estático hasta que despertaste al fin para gritarme, estaba aliviado, seguías siendo tu.

Delirio y obsesión (Kyman) South ParkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora