23

874 72 29
                                    

Podía ver en las paredes el reflejo de nuestras figuras en un baile demencial, yo no había consumido droga alguna pero tenía en mis años una necesidad atrasada imperante de hacerte gemir y revolcarte en placer, lo demás no tenía sentido, ahora que podía verlo cumplido no podía hacer menos que dejarme llevar, lleve una de mis manos a dónde la comisura tus labios, haciendo un gancho con mi índice a lo que sostuve el borde estirandole, haciéndote hacer una muñeca tonta en el medio de tu sonrojo y múltiples espasmos de las oleadas de placer residuales al orgasmo,  con mi otra mano acomode tus mechones rebeldes los cuales pretendían estorbar en la imagen perfecta de tu cuerpo.

── N...mmh..no soy un pez... ── Te escuché quejar pero me importaba poco, levanté una ceja al pensar ¿Estás seguro que no lo eres?. No respondí no hacía falta hacerlo, estaba de acuerdo, el no era un pez, era mi perra y en estos momentos jugábamos a qué era un cerdito. Recordaré comprar utilería que me ayude a reconocerlo aunque termine perdiéndome de nuevo en los pliegues de tu figura.

Si no deseabas que estirará tu boca para humillarte terminaría por enfocar mi atención en otra zona por lo que lleve mis manos a dónde tú entrada para exhibirla y estirar los pliegues dejándote ver en su totalidad como me devoraba y el esperma intentaba escapar de el, tu rostro se puso tan rojo que pude verte sacar humo por tus orejas, llevaste las manos a tus ojos para cubrirles torpemente temblando mientras que intentabas alejarte a lo que me acercaba más de nuevo arremetiendo duramente tu esfínter.

── Basta... Ghht... Khaaal... Esto.. ghht~ ha...~ es demasiado .... No puedo más...  ──   La saliva escapaba de tus labios e intentabas hablar de una forma natural a pesar de serte imposible, aquella bella y dulce voz llena de placer que brotaba de ti me dejó intoxicado, eras todo para mí y a pesar de eso quería destruirte por lo que estire mis manos y comencé a asfixiar te.

Mi miembro resbalaba ahora de forma deliciosa dentro tuyo, mientras que arañabas mi cuerpo peleando, empujando tus muslos a lo que me ayudabas a marcar un vaivén aunque bien este fuera algo irregular era desesperado y único entre nosotros. Apreté con más fuerza, sabía que no quería escuchar ningún crujido pero si quería privarte de respiración, darte a entender que era yo quien determinaba el ritmo total de tu vida.

Las lágrimas llenaron de nuevo sus ojos los cuales siempre tan exóticos se clavaban en mi haciéndome vibrar de emoción, continúe obligando te a gemir y así a perder más de ese preciado gas dador de vida hasta que comencé a ver el disminuir de tu pelea, te esforzabas por mantener tus ojos abiertos con tanta ímpetu que casi quería arrepentirme, pero sería una noche demasiado larga y yo apenas estaba comenzando.

Lo único en mis oídos eran mis propios jadeos, el reflejo del vidrio de aquel baño lascivo en esta erótica habitación de motel, mis ropas, tu cuerpo fornido siendo sometido por mi, no había nada más, dominio, sed y muchas ganas de verte sufrir a la vez que tienes orgasmos.

Delirio y obsesión (Kyman) South ParkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora