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➝ Capítulo 14


Las dos últimas semanas habían pasado tan lentas.

Verdaderamente, no supe que era lo que estaba haciendo específicamente en estos días. Mucho menos me di cuenta cuando la oscuridad comenzó a envolverme o cuando comencé a caer fácilmente en el pozo vacío de mis pensamientos mediocres. Pensé que ella no regresaría, que se había marchado para nunca más volver y que si volvía, yo podría luchar contra ella y continuar viviendo en la nube de lo imposible donde estuve todo este tiempo. Pero no era fácil alejarla, me consumía como siempre lo había hecho desde que Jimin llegó a mi vida.

Cada día que pasaba, esa luz de emoción que había estado en mi pecho comenzaba a apagarse. Días en donde me encontré a mi mismo perdido en la soledad con mis ojos sin brillo frente a la pared mientras que Jimin intentaba animarme. Días en donde las lágrimas caían sin razón. Días donde no quise ver a nadie y tuve que hacerlo igual. Días donde no habían días. Días donde el canto de los pájaros sonaba tan desgarrador que mi corazón se caía a pedazos.

Días donde no volví a saber de los días felices y emocionantes.

Jimin venía, hablábamos, nos reíamos un poco, mirábamos la televisión juntos, hacíamos manualidades y él me leía algún cuento mientras que yo lo escuchaba fingiendo estar atento. A pesar de que sonreía, me reía o charlaba con mi hermano de alquiler todos los días, me sentía vacío. Incluso tener que abrir la boca para hablar se sentía incorrecto. Mi mente estaba cargada de una neblina gris que no me dejaba ver y mi corazón latía desesperadamente en mi pecho cuando Jimin me sonreía. Me sentía como si estuviera en un sube y baja de emociones que no podía controlar y mantenerlas estables. La cabeza me dolía más de lo normal y comencé a marearme sin sentido alguno, empecé a devolver las flores marchitas de mi pecho a causa del estrés y la ansiedad.

La necesidad de querer a Jimin más que algo profesional.

Yo no quería enamorarme de mi hermano de alquiler, no debía. No tenía significado alguno amar a un corazón que no me pertenecería jamás ni mucho menos me correspondería. Era tonto e insólito, tan descabellado como si las ballenas tuvieran pies y comenzaran a caminar.

Pensé que la distancia de Jimin conmigo seria genuina debido a la conversación que habíamos tenido después del día de mi cumpleaños, pero fue todo al revés. No había limites en los que mi hermano de alquiler no tocaba mi cabello o que yo me acurrucara en su hombro cuando no estábamos haciendo nada. Incluso cuando sentía que estaba muriéndome lentamente, mi corazón seguía latiéndole cada vez que me decía que todo iba a estar bien.

Sin embargo, era difícil de creer en eso.

Nunca pensé que podría aguantar por tanto tiempo mis emociones y enconderlas a la perfección. Quizás por eso en la última semana Jimin sólo vino tres veces, diciéndome que le habían dicho que debido a mi avance él ya no tendría que estar aquí todos los días. No sabía si eso era lo mejor o lo peor, comencé a considerar los martes y jueves como los peores días de la semana, contando también los sábados y los domingos.

También empecé a desorientarme, tal cual lo hacía mi pasado yo, antes de que Jimin viniera aquí. Me daba pereza la idea de tener que fingir que todo estaba bien para no desmotivar ni hacer de menos el trabajo del rubio porque no era su culpa. Él estaba trabajando excelente conmigo. Después de haber hecho que yo saliera hasta el corredor de afuera y ver el cielo anaranjado junto a los flamencos, él me sacó unas cuantas veces más y me mostró los distintos atardeceres.

Era mi culpa por no ser más fuerte que la debilidad.

Ni siquiera sabía que día era hoy.

Me dolía la cabeza, todo daba vueltas y mi mente era una sola cosa de humo, humo negro y neblina, mi corazón latía tan rápido que pensé que podría estar teniendo un ataque de pánico, mi respiración estaba agitada y mi cuerpo temblaba, las lágrimas acumulándose en mis ojos y el nudo en la garganta a punto de romperse. ¿Por qué estaba pasándome esto de nuevo? Pensé que ya había terminado, realmente creí que estaba avanzando un poco, pero se sentía como si en el último mes yo hubiera estado tan arriba en el cielo que ahora caía de lleno al piso, golpeándome y cayendo en la realidad, en mi realidad. Tan exorbitante, tan pesado y malditamente doloroso como si estuviera cargando una roca gigante en mi cabeza que cada vez me aplastaba más y más, el vacío en mi pecho acompañando mis ansías de gritar, de decirle al mundo como me sentía y explotar tan fuerte como una dinamita. Me sentía tan ridículo.

Eoduun • JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora