➝ Capítulo 24Cuando Jimin me despertó muy temprano esa mañana, sus ojos brillantes y su sonrisa gigante me dieron la bienvenida al nuevo día. Pensé que estaba soñando cuando me besó diciéndome "Buenos días", por supuesto, y que despertaría en el colchón de mi frío departamento mucho tiempo después. Media hora más tarde mientras caminábamos por el sendero de una pradera amarilla en la oscuridad con un rebaño de ovejas a nuestro alrededor y Bam corría guiando a las blancas peludas al horizonte, me di cuenta que este sueño se sentía demasiado real. El cielo se había puesto azul y muy a lo lejos podía verse la bola luminosa que amenazaba con salir rápidamente. Hacía mucho frío. Nunca creí que las estrellas por la mañana se verían tan bonitas, como si se estuvieran despidiendo de todo lo que tuviera vida nocturna. ¡Y para qué hablar del canto de los pájaros! ¡Del rocío cayendo en la tierra y el aire fresco! Se sentía tan irreal, que me hizo olvidar en qué lugar me encontraba ahora mismo.
—Por aquí —Jimin, quien estaba vestido de una manera muy granjera mientras que yo vestía todo lo contrario con ropa deportiva negra, me indicó el lugar señalándome la cerca de madera a pocos metros de nosotros.
Lo ayudé a meter las ovejas, sonreí en todo momento por lo inusual que se sentía esto. Yo nunca había estado tan cerca de estos animales, pero parecía como si hubiera hecho este trabajo toda mi vida. ¿Quién le iba a decir a mi yo del pasado que un día se levantaría a las cinco y media de la mañana para hacer el labor de un granjero? Todavía había un poco de niebla, por lo que se me dificultó un poco ayudar a meter los rectángulos de heno dentro del rebaño, Jimin metió las cubetas de agua que había traído en la carretilla. Luego de que todas las ovejas estuvieran dentro del alambrado, el rubio me llevó hasta el sitio donde estaban los cerdos y comenzó a alimentarlos mientras les hablaba como si estos animales pudieran devolverle la conversación, me pareció algo demasiado tierno y gracioso.
—Jungkookie les caerá bien, créanme, es un bueno chico —el rubio dijo a la vez que colocaba agua en los vertederos—. Sí, lo sé, les conté sobre él antes, tranquilos —se rio.
Levantando una ceja, caminé a la par suya cuando salimos del chiquero y nos dirigimos a la gallinera que estaba al lado.
—¿Les hablaste a tus cerdos sobre mí?
—Por supuesto que sí, hasta los rábanos cultivados saben sobre ti.
Le regalé una sonrisa entretenida y me sonrojé, nuevamente sin saber que decir. No sabía que Jimin les hablaba de mí a todo lo que quizás, hubiera aquí. Tiempo después, el aleteo de las gallinas y los cantos eufóricos se hicieron escuchar por todo el gallinero. Me acerqué al rubio cuando miré que no podía bajar una bolsa pesada de maíz que estaba arriba de una jaula.
—Déjame hacerlo —le dije y él se movió un poco, tomé la bolsa pesada entre mis manos y la saqué, gimoteé por lo mucho que pesaba y casi la dejé caer al suelo, menos mal que Jimin me ayudó a sostenerla para dejarla correctamente sobre la tierra.
Una vez que terminamos de hacer el trabajo en el gallinero, seguí a Jimin hasta el establo. Comencé a sentirme nervioso a la vez que el sol salía y el cielo se aclaraba anunciando una mañana soleada. Nunca antes había estado tan cerca de un caballo, aquellos tenían fama de morder y patear a los humanos, por lo que siempre temí de ellos. Las puertas del establo se abrieron y el pánico me inundó, me escondí detrás de Jimin y lo sujeté del brazo.
—Ey, tranquilo —girándose, se sacó un guante y acarició el costado de mejilla derecha—. No te harán daños, ellos son buenos muchachos —perdí el aliento cuando besó mis labios fríos y se separó sonriéndome. Tomó mi mano y me llevó hasta un caballo blanco que reconocí al instante; Benjamín.
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Eoduun • Jikook
FanficEl gobierno nacional de Seúl emprende un nuevo proyecto de protección y asesoramiento a sus habitantes que, por alguna razón, se aislaron de la sociedad para no salir nunca más de sus hogares. Park Jimin, quien experimentó de todo en su vida, es asi...