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➝  Capitulo dos

"Hermanos de alquiler son aquellas personas a quienes se les paga para ayudar al 'Hikikomori' a reintegrarse en la sociedad. Su trabajo es persuadir a los jóvenes ermitaños para que salgan del aislamiento y vuelvan a tener una vida normal. Con visitas semanales de hasta una hora —a veces diariamente si los casos de aislamiento son extremos—, un hermano de alquiler tiene la tarea de escuchar, hablar y acompañar al joven encerrado brindándole confianza y fuerzas necesarias para que aquel pueda salir de la casa. Lograr que un Hikikomori logre salir de su hogar puede tardar meses, incluso años y una vez que logran hacerlo, allí termina el trabajo del Hermano de alquiler."

La opresión en mi pecho parecía no irse jamás. Sentía como si alguien estuviera apretándome fuerte, tanto que mis pulmones estaban a punto de ser perforados por las costillas que se romperían debido a la opresión. Me estaba quedando sin aire, no podía respirar bien y mi mente era un juego sucio de ideas. Me dolía todo. Mi cuerpo temblaba y la angustia hacía un hueco en mi cabeza, martillándolo y haciéndome perder el equilibrio. Me ahogaba, me estaba ahogando tan profundo que mis ojos comenzaron a cerrarse, mi corazón a olvidarme y la marea del océano a tragarme.

Otra vez, lloré en las profundidades.

Al canto hechizado del más allá, vi la oscuridad profunda. Lloré cuando toqué el fondo hundiendo mi cabeza en la almohada y me abracé a mí mismo, reprimiendo el ahogo y el ataque de pánico cercano. Me di fuerzas con el engaño de que todo pasaría, de que todo estaría bien, de que encontrándome encerrado en estas cuatro paredes nada me ocurriría y que siempre respiraría.

Que vivía.

Entre sueño y sueño, me apoyé a lo único que tenía en estos momentos. En la música. Respirando pesadamente sintiendo el dolor en mis costillas, me puse los airpods y cerré los ojos. No hacía falta decirle a Mía lo que quería escuchar, ella lo sabía. 'I wonder' de eAeon inundó mi cuerpo de arriba a abajo con su melodía tranquilizante. Apreté la sábana y ahogué otro sollozo haciéndome una bolita en la cama, pequeña y frágil. Intenté calmarme y fue funcionando un poco. Todavía era increíble como lo único que lograba tocarme el alma era la música, precisamente la de eAeon, quien había sacado esta canción hacía como diez años atrás.

Escuchar canciones de décadas pasadas era mi especialidad. No había nada más calmador que encontrarse a uno mismo en las canciones que habían marcado un punto en la historia, en la vida y en nuestros corazones.

Me pregunto
¿Por qué las cosas idas son hermosas?
¿Por qué las cosas bellas son tristes?
¿Por qué estoy cantando?

Me pregunto
Me pregunto si el tiempo es una línea impuesta, dibujada
La ansiedad es un hueco en nuestras mentes
Somos el fin de cada uno

Me pregunto
¿Soy yo los días que he vivido o los días por venir?
¿La carga es una culpa vana o una estrategia que me cambia?

Noches sin dormir
Momentos sin final
Flores de pétalos, lentamente marchitándose
Gente lentamente alejándose

El timbre tocó.

La canción finalizó y dio paso a otra. No era el momento. Me quité mis airpods y los dejé en el suelo junto al teléfono. No miré la hora. Bastó saber quién estaba tocando el timbre y los escasos de rayos del sol entrando por la abertura del techo para saberlo. Suspiré profundo y con demasiada pereza, me senté sobre el colchón haciendo una mueca. Miré a la nada. Al vacío. A lo que no tenía color. A lo oscuro.

A lo marchito.

Mi corazón se agitó y limpié las lágrimas en mis mejillas. Gateé como si fuera un bebé hasta las escaleras y bajé de un escalón a otro sin hacer mucho ruido. La madera fresca me hacía temblar más de lo que ya lo estaba haciendo. Me puse paré haciendo una mueca de dolor y caminé de puntas de pie hasta la puerta. Me detuve cuando vi aquella sombra debajo de mis pies descalzos. Como todos los días de hacia una semana atrás, me asusté y despacio me afirmé contra la pared, cayendo de cuclillas al suelo congelado. Miré a la puerta esperando saber porque esta persona que estaba al otro lado no entendía que yo realmente no necesitaba ayuda y que estaba bien viviendo de esta manera, pero era imposible. Y me aterraba abrir la abertura y encarar a esa persona.

Eoduun • JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora