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➝ Capítulo 21

¡Mira lo que compré!

Fruncí el ceño mirando a Siu desde la pista de patinaje y subí una ceja cuando aquel levantó una pequeña bolsa de cartón arriba de su cabeza, moviéndola. Comencé a reírme y patiné hasta donde él estaba sentado en el banco, le quité la bolsa y me senté a su lado soltando una carcajada fuerte cuando saqué el pequeño envoltorio de plástico y miraba cautelosamente las bolitas de hierba allí dentro.

¿Pensé que se habían acabado? —le pregunté emocionado y comencé a armarme un cigarrillo con el papel había dentro.

Son de mi hermano, las encontré debajo de su cama —Siu carcajeó mientras preparaba su cigarrillo también—. El idiota pensó que las escondería de mí.

Encendiendo el porro en mi mano y dándole una calada fuerte, cerré los ojos y me relajé tirándome hacia atrás. Dios, esto se sentía tan bien. Solté el humo y luego un suspiro de satisfacción, me di cuenta que habían pasado demasiados días desde que no había fumado y esto se sentía tan bien que quería quedarme sentado en este banco para siempre mientras las yerbas me consumían la cabeza por completo.

¿Sabes? —minutos de silencio después, escuché que Siu comenzó a hablar demasiado lejano de esta galaxia. Abrí mis ojos con pereza y giré un poco la cabeza mirándolo entre el humo—. Realmente deberías probar el cristal, la sensación no es nada comparada a como te sientes cuando fumas hiervas —sus ojos brillaron y le dio otra calada al porro, insatisfecho—. Créeme, el rush es tan fuerte que te pueden cortar una pierna y no sentirás el dolor para nada. Confía en mí.

Medio ido ya, comencé a reírme.

No seas idiota, Siu —solté entre risas y puse una mano en su cuello haciendo una llave, comencé a molestarlo—. ¡Deja esa mierda! ¡No es bueno!

Siu, él ridículo, comenzó a reírse fuerte y se apartó de mis brazos. Rápidamente sujetó mi rostro con ambas de sus manos y besó mi nariz, lo empujé gracioso haciendo una mueca de asco y luego me limpié donde me había besado.

Creo que estoy enamorado —confesó de repente y me miró perdido.

Le di la última calada a la hierba y tiré el pucho en el tacho de basura que estaba a mi lado.

Sí, definitivamente deberías dejar de drogarte con esa porquería.

Lo digo en serio, no estoy drogado con eso ahora —me respondió a la defensiva. Lo miré escéptico y me puse de pies sujetando mi skate—. Fumé para decírtelo.

¿De quién? —levanté una ceja y comencé a reírme. Siu era tan extraño cuando tenía esa mierda dentro del cuerpo, parecía un oso de peluche abrazador sin ser capaz de matar ni a una mosca y decía cosas sin sentidos—. ¿De la chica que viene a verte todos los días?

Él negó. Su mirada perdida en mí. Sus ojos brillaban debajo de los rayos del sol haciendo que el marrón en ellos pareciera avellana.

De ti.

Me quedé paralizado cuando sus labios se estiraron en una mueca extraña y rota, la mirada en sus ojos se hizo fuerte haciéndome sentir extraño. Sin embargo, sonrió y soltó una risa dándole una calada a su porro.

Su mirada en mí se congeló cuando me miró después, haciéndome sentir extraño.

Eres tan raro —le dije antes de soltar mi skate sobre el asfalto y patinar de regreso a la pista de patinaje.

Eoduun • JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora