Capítulo 26

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Habia pasado tanto desde la última vez que estuve cerca Ares, que parecía ayer.

Cada noche, siempre recordaba cuando dormíamos los dos juntos sin molestarnos el uno al otro. Su gran esculpido cierto hacia sombra al esbelto mío, ambos con cicatrices y maltratados por la lucha, pero ya no estaba a mi lado.

En la negrura de la noche, unos ojos me acechaban, pero no unos ojos de un mortal sino de un dios.
Los ojos azules eléctricos se había posado con deseo en mi cuerpo, esperaba la aportunidad de colarse en el interior de la casa para unirse con lujuria en la cama.

—¿Que haces aquí?—Dijo una voz grave en un tono amenzador —¿No tendrías que estar con tu esposa y reina?

—¿Que haces aquí?—Dijo una voz grave en un tono amenzador —¿No tendrías que estar con tu esposa y reina?

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—Ares— Dijo Zeus al ver a su hijo, el cual le miraba con odio.

—Sé cuales son tus intenciones padre y esto no lo voy a consentir más.

—¿De qué estás hablando?— Arqueo una ceja el dios del rayo —Solo he venido a verla.

De las profundidades de la garganta de Ares, una fuerte y resonante risa salió de su boca al escuchar las palabras de su padre.

—Tus mentiras me hacen reír sabes, pero veo que no vas a cambiar y que vas a seguir haciendo daño a madre con tus infidelidades— Se acercó lentamente hacia Zeus y se le quedó mirando fijamente a los ojos —Pero aquí se ha acabado tus aventuras. No voy a permitir que pongas un solo dedo sobre ella, sino será tu perdición.

—¿Vas a parar a tu padre y rey, eh? — Dijo encarandose a su hijo y mirandole con superioridad y desprecio — Si no pudo tu madre conmigo, tu tampoco podrás.

Zeus recibió un fuerte puñetazo por parte de su hijo, fue tal la fuerza del golpe que le hizo retroceder varios pasos atrás, pasó el dorso de su mano por su nariz y vio que sangraba.

El cielo rápidamente se cubrió de sombras, rayos y truenos comenzaron a resonar e iluminar el manto de Nyx. Esto significaba que el rey de los dioses se había enfadado y especialmente con su único hijo varón legítimo a su matrimonio.

—Tus armas no me van a detener.

—Eso ya lo veremos.

Ares alabanzo sobre su padre con su arma y produjo un corte limpio, del cual, comenzó a sangrar, Zeus soltó un grito de dolor y estalló la tormenta. Rayos y truenos se cernieron sobre los dos seres divinos, el hijo se revelaba contra el padre, sus cuerpos terminaron empapados con el agua de la tormenta.

Golpeó Zeus violentamente a su hijo, produciendole heridas que pronto correría la sangre, pero para Ares era sólo el calentamiento.

La violenta pelea entre el padre y el hijo no pasó desapercibido para los ojos de la reina que los observaba con temor, especialmente por los golpes y heridas que estaba recibiendo su hijo.

Esposa de la GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora