Capítulo 39

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Ristos sabía que su reinado pronto llegaría su fin. El ejército enemigo le superaba en fuerzas y en número y no podía hacer frente a ellos, en pocos días estarían a las puertas de Ambracia.

—Reina mía— Dijo a su esposa que estaba a su lado - Por el amor de los cielos necesito que regresa a tu patria, no quiero que esté aquí.

—Ristos— Dijo angustiada reina— Si necesitáis ayuda, puedo pedir el ejército de mi padre. Nuestro hijo no puede vivir sin un padre— la mujer tomó la mano de su hombre y se la llevó a su vientre, haciendo que notará el estado avanzado de su embarazo.

—Debes irte, por el amor de Afrodita. En ti te dejo el futuro de este reino— Ristos depositó un beso casto en los labios de su esposa y reina— Te espera un carruaje fuera, vete y proteje a nuestro hijo.

La reina se fue con el corazón partido de aquel lugar, sabía que iba a ser la última vez que vería a su marido, esposo y padre del heredero del reino. Pero debia obedecer la última petición de su rey. Subió al carruaje y se fue en dirección al reino de su padre.

No muy lejos, Ra estaba sobrevolando la zona, prestando atención a todo lo que había a su alrededor. Viendo como eran las murallas que rodeaban la ciudad, las calles y las casas de aquel lugar y sobre todo el palacio, donde estaba el rey llorando por la desesperación y la angustia de no poder hacer frente a la guerra que lleva perdida y que sería pagada por cabeza.

El halcón captó por sus oídos el silbido de su dueña, la cual se encontraba en lo alto del monte, pero sin ser vista por el enemigo, a la espera de su amigo montada sobre su bestia. La rapaz voló a toda velocidad hasta posarse en el antebrazo de la guerrera.

—Vámonos Ra, tenemos que volver al campamento antes de que se vaya hacer de noche total

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—Vámonos Ra, tenemos que volver al campamento antes de que se vaya hacer de noche total.

Mientras tanto en el Olimpo. Eros se había enterado de lo que había hecho su madre, a pesar de ser el primogénito de los hijos de Ares con ella, él vio que su actuación no era la más correcta. Como dios del amor, sabe cuando alguien ama de verdad, pero lo que ha hecho su madre es un acto de celos. Si, su padre ya no está con su madre y lo entiende porque en ningún momento tuvieron un enlace matrimonial, solo fue una aventura, y su padre era libre de amar a cualquiera.

Se le ocurrió la brillante idea de aprovechar esta situación. Como su padre era dios de la guerra violenta y sanguinaria, es razonable que esté con Mariam a su lado en combate, pero nunca se ha dado el paso para confesar sus sentimientos hacia ella y está noche sería.

Sabía que él, cada noche se reunía con ella para debatir como debía luchar en la gran guerra que se iba a librar en poco tiempo, pero para ello necesitaba la ayuda de sus dos hermanos.

—Anteros ¿puedes pasar las uvas?— Himero, que estaba tumbado en un diván— Es que estoy muy cómodo y no me quiero mover.

—Si hombre, y te las dio de comer también— Dijo con ironía Anteros.

Esposa de la GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora