Capítulo 34

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Tras la gran noticia de la liberación demoníaca de Heliópolis, la ciudad se llenó de alegría y felicidad. Shafira y yo nos pusimos de vuelta nuestros hogares, bueno, yo sabía que tenía una casa y familia a donde regresar, pero ella estaba sola en este injusto mundo.

Llegamos hasta el final del delta del Nilo, a la ciudad portuaria de Tamiat, lugar de enclave comercial para los egipcios, griegos, fenicios, etc. Punto de intercambio no sólo de la mercancía sino también de cultura.

—Creo que nuestros caminos se separan.

—¿Te vas Mariam?— Shafira sabía que se iba quedar sola y desprotegida, otra vez al peligro y de volver a caer en las manos de mercaderes de esclavos.

—Si Shafira, me marcho pero antes quiero dar algo.

—¿Y que es?

—Sígueme.

Fuimos a un lugar alejado de la vista de la gente, del barullo y del caos de las calles. No eran las afueras del puerto sino una zona retirada de la ciudad en la que no había nadie.

Shafira miró a su alrededor y luego se volvió hacia a mi, esperado a aquello que le iba a conceder.

Cerré por un instante mis ojos y fue cuando sentí el relincho del caballo de los dioses. Pegaso aterrizó delante de nosotras, levantando una nube de polvo que hizo toser a Shafira.
Cuando se disipó la polvarea, ella se dio cuenta de la majestuosidad del animal, pasó con delicadeza su mano por el hocico de Pegaso, él cual se mostró dócil con ella.

—Pegaso te llevará a Temiscira.

—¿Temiscira? ¿Que es ese lugar?— Dijo extrañada Shafira.

—Es el reino de la amazonas. Mujeres libres y que no están bajo las ataduras del hombre, son grandes guerreras y defensoras de las mujeres. Allí te acogerán en cuanto les digas mi nombre, te mereces un nuevo hogar y una familia Shafira. Ya no vas a sufrir ningún peligro, estarás a salvo.

—¿Es cierto lo que dices?

—¿Acaso te he contado algo que sea mentira, Shafira? Además, la reina de las amazonas me nombró hermana y amiga de ellas. Puedes confiar en lo que digo.

—Mariam...— De sus ojos esmeralda se le escapado lágrimas de alegría —Gracias por todo lo que has hecho por mí.

—Para eso estamos— La sonreí dulcemente.

—Si me voy en este corcel ¿como vas a regresar a tu hogar?

—No te preocupes por mí, tomaré un barco. Ahora vete y comienza una vida.

Antes de Shafira subiera al lomo de Pegaso, corrió a mis brazos y me concedió el más puro abrazo que nadie me había hecho en mucho tiempo. A pesar, del corto tiempo que he estado en Egipto, he podido aprender muchas cosas nuevas gracias a ella. Sin ella, podría haberme perdido en el inmenso desierto y morir de sed y hambre. Ella me ha guiado hasta llegar al templo donde el fénix, ahora está creciendo nuevamente. Ella me ha enseñado de su cultura y yo le he enseñado la mía, ambas hemos hablado de nuestras vidas, de los malos y buenos ratos que hemos tenido.

La echaré de menos a mi pequeña amiga, se queda en mi corazón un pedazo de Egipto que no se va a olvidar...

—Anda, vete, el viaje es muy largo y no quiero que salgas cuando caiga Helios— Miré por última vez a mi amiga.

—Te voy a echar de menos Mariam, guerrera espartana.

Shafira subió al lomo del animal, Pegaso tomó carrerilla y batió sus alas para emprender el vuelo. Veía como los dos se alejaban por el horizonte hasta que solo eran un punto blanco en el atardecer y luego desaparecieron de mi vista.

Esposa de la GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora