Tras un largo vuelo, pronto pisamos las tierra desértica de Egipto.
Las dunas, un sol de justicia era lo que me habían recibido en estas tierras.
Pegaso, se rebolcó en la arena para refrescarse pero yo me estaba cociendo con lo que llevaba encima.—No tenían a otro lugar donde mandarme y tiene que ser en el desierto.
Escuché no muy lejos el sonido de un río, me acerque para refrescarme un poco y beber. El calor que hacía era agobiante y necesita quitármelo de encima.
Me metí entremedias de la cañas y moje con el agua del río mi rostro, mis brazos y mis piernas pero me di cuenta de que había demasiada tranquilidad en las aguas.
Ajena al peligro que me exponía, las frías aguas del río hicieron efecto hacia el calor que llevaba en el cuerpo. Fue justamente en ese instate que salí rápidamente del agua cuando vi el morro de un cocodrilo que por poco me alcanza. Era un ser enorme, de una potente mandíbula que podría partir en dos, si no lo llego a ver, me devora allí mismo.
—Su puta madre—Caí de culo y lejos de la orilla y fue ahí, cuando el cocodrilo se volvió a sumergir en el río.
Me tiré sobre la arena unos minutos para recuperar el aliento y bajar el ritmo galopante de mi corazón. A mis oídos llegó el grito de una mujer y las fuertes voces de unos hombres.
—¡Que no escape la mercancia!— Gritó un hombre.
—¡A por ella!
—¡Ayuda! —Gritó la mujer.
Mercaderes de esclavos, y por su puesto que aquella mujer que es una esclava que corre por su libertad, pero la iban a alcanzar.
—¡Ya eres mía!— Las manos del mercader pararon en los cabellos de l joven y tiró de ellos. Ella cayó al suelo, gritando del dolor por que le estaban tirando del pelo—¿A donde vas pedazo de puta? Vuelve con las demás.
Una flecha mortal se le atravesó en el cuello del mercader que tenía agarrada a la joven. Los demás mercaderes que le acompañaban, se pararon en seco, miraron a su alrededor en búsqueda de donde había venido esa flecha. Una segunda y tercera pararon sobre ellos dándoles muerte. La joven estaba atemorizada, había huido de esos mercaderes de esclavos, que ahora estaban muertos, pero temía más de aquella persona que los había matado.
Salí de entre las cañas y los juncos del río, y me acerqué a ella, la cual seguía en el suelo.
—Por favor, no me mates— Suplicó la joven entre lágrimas.
—No te voy a matar, te he dado la libertad que tanto ansiabas conseguir— Extendí mi mano para que ella la tomará y se levantase del suelo —No te voy hacer nada.
Al final ella toma mi mano y se levanta del suelo. Se limpia la arena que tenía en su vestido y se arregla un poco el pelo.
Me fije en las heridas que estaban a la vista, tenía mucho moratones, cicatrices producidas por flagelación, marcas de cadenas... La habían maltratado y explotado.
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Esposa de la Guerra
AdventureTodos los mitos griegos hablan de grandes héroes, pero en este mito la protagonista en una simple mortal que se tendrá que enfrentar a su destino.