†21. Amenaza en la oscuridad

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Espero que os esté yendo bien la semana 💕

Jihye

-¡¿Eungjung?! ¿Estás ahí?-aporreé la puerta por tercera vez, sin obtener respuesta. La muy mimada había interrumpido mi encuentro con Jungkook, y ahora no me abría-. ¡Siento la tardanza, ábreme!

Me acabé de abrochar los botones de la blusa y de arreglarme el pelo para estar presentable. Oí un sonidito ahogado de dentro, y una ráfaga de algo/alguien en el pasillo de los dormitorios femeninos. De repente sentí mucho frío, lo cual no tenía sentido por lo que había estado haciendo hace unos minutos.

Miré el móvil con esperanzas de ver algún mensaje de Jungkook, pero no había nada. Estaría enfadado, y con razón. Le había dejado los huevos azules otra vez y sin darle explicaciones, me había largado justo cuando íbamos a follar. Y el pobre se pensaba que le había abandonado para irme con Taehyung, nada peor para su ego de introvertido enamoradizo.

Lo solucionaría después, le llevaría algún regalo o simplemente pasaría tiempo con él.

El portón se abrió sin apenas fuerza, a cámara lenta como en las películas de suspense, y se quedó entreabierto y esperando a que cayese en la trampa.

Contrario a lo que debía hacer, retrocedí. No había casi luz ni sonido dentro de la habitación, pero sí una brisa tan gélida como los inviernos en los polos. Ni siquiera Santa Claus querría entrar a esa cueva.

Si Eungjung quería hablar, podía salir al pasillo. Porque yo no iba a entrar, no cuando me daba tan mala espina todo.

Me senté en la pared de enfrente, tomando una distancia prudente y mirando las vidrieras de colores otoñales. Había tanto silencio que incluso oiría el batir de las alas de un colibrí, y me pregunté qué estaban haciendo las chicas como para que no hubiese nada de ruido un viernes por la tarde. Tal vez rezaban.

Era curioso que siempre que tenía drama con alguien relacionado con el cuaderno, había una paz idónea. Tal vez todo era un escenario cuidadosamente planeado, tal vez no había nada casual; tal vez mi cabeza contribuía al delirio. A veces me sentía como una enferma mental.

Justo cuando iba a sacar el Sarang Note de mi mochila para investigar las firmas de las anteriores dueñas, una voz dulce y melosa me hizo saltar. Antes Jungkook también me distrajo de leerlo, pensé. Y ahí, asomada e inclinada a un lado, estaba la pequeña cabeza de Eungjung mirándome con mucho interés. Me daba bastante mal rollo que no se le viese el cuerpo ni las sombras de la habitación, pero no dije nada.

-¿Pero qué haces ahí sentada? ¡Se te va a congelar el culo! -exclamó coqueta, sacando a relucir las manos, una por el marco de la puerta y la otra por el pomo. Unas letales garras con bonita manicura rosa que descuartizaban a cualquiera-. Ven, anda, no te quedes ahí -ojeó mis piernas flexionadas en el suelo, y yo no las cerré a pesar de que llevaba falda-. Qué mona vas -me halagó con una sonrisa, a pesar de que no me había duchado o maquillado, de que iba con el uniforme y que no estaba tan guapa como ella. Me puse un poco nerviosa y me cubrí las bragas con la falda-. ¿Llevas mucho tiempo esperando?

Me tendió la mano en la distancia, aun sin salir de detrás de la puerta, como si no estuviera presentable para su invitada. Me fijé en que su brazo no tenía prenda alguna, algo extremadamente raro en un instituto católico. Aquí las chicas iban cubiertas, siempre. Bueno, exceptuando las veces que nos subíamos la falda unos palmos más arriba de la rodilla por atención y/o moderación contra el internado católico.

-No mucho, estaba haciendo cosas antes de venir aquí -caminé sonrojada hacia la puerta, intentando borrar las huellas negras de Jungkook de mis muslos. Me sonrojé al recordar que su cabeza se había colado bajo mi falda para besarme el coño como si tuviera dulce miel. Se me erizó la piel.

Sarang Note ; kth, jjk [+18] CANCELADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora