NA: Los siguientes hechos siguen la línea futura en cuanto a los acontecimientos de PA, pero tienen base en los sucesos vividos en la reedición de PP.
¿Qué? ¿No sabían? Edité PP, cambié y agregué mucho contenido. El canon sigue intacto, pero encontrarán una historia mucho más madura y oscura sí deciden volver a sus páginas.
Aprovechen a leerlo, yo sé porque se los digo.
Cof cof.
-.-.-.-.-
Despertó, aún con su cabeza atormentada con innumerables hadas danzantes, rápidamente el aroma a ginebra impregnado en su pijama hizo que su estómago diera vueltas en un sinfín de giros donde la resaca y el nerviosismo se unían en un solo movimiento.
El destino era uno solo, sin importarle a quién pisara en el proceso, corrió hasta el baño y, olvidando por completo de sujetar su cabello, dejó que la pesada carga etílica abandonase su cuerpo a través de su boca. Aquella era una purga necesaria, sin duda alguna esa había sido la peor borrachera de su vida.
Esquivando el cuerpo prácticamente desmayado de María en el suelo, Amelia buscó en su bolso el teléfono celular solo para contemplar con abismal asombro la hora. El hábito no la había abandonado, se había levantado temprano por más que hubiera cerrado los ojos hace apenas cuatro horas atrás.
Sabiendo que su día prontamente se agitaría, hizo lo primero que se le vino a la mente. Sentándose a un costado de la cama que ocupaban Natalia y Carolina, discó un número de teléfono bastante conocido de memoria.
La bocina no hizo esperar el tono de llamada, agonizantemente ansioso, del otro lado parecían no querer responder y lo dejaban en claro cuando la voz del buzón del mensaje se anunció por el altoparlante.
Un segundo intento fue necesario, la insistencia era un don natural que pocas personas podían aguantar cuando era depositado en ellas. Luego de tres intentos, por fin una voz retumbó desde el teléfono.
—¿No deberías estar durmiendo, Amu?
Resoplando, Amelia solo sonrió sin espectador, él tenía razón, pero sabía muy bien que no podría volver a conciliar el sueño sin aclarar una duda sanguinolenta que vagaba en su cabeza. —Hola, papá... No pude seguir en la cama, parece que ya estoy programada para despertarme a esta hora.
—Habla por ti, me sacaste de la cama—Haciendo una necesaria pausa, Juan Von Brooke intentaba disimular su mal ánimo matutino.—¿Sucedió algo?
—No... Solo quería saber cómo están los niños.
—Vamos, Amelia...—Aquella risa sarcástica, tan cruelmente heredada, resonó desde la bocina.—Sabes muy bien que los niños están perfectos. Anoche se desvelaron un poco, pero creo que por ser un día especial se lo merecían... No será que estás un poco, no lo sé... ¿Nerviosa?
—¿Nerviosa? Para nada...—Ocultando su propia mentira con una carcajada falsa, Amelia continuó su farsa.—Solo quería saber cómo están los niños, nada más.
Desde el otro lado de la bocina un ligero suspiro se escuchó.—Te diré lo mismo que le dije a Valencia, ellos están bien y no necesitan nada.
Reaccionando rápidamente, Amelia levantó una ceja.—¿Él te llamó?
—Sí, hace dos horas... Te quitó el placer de despertarme por completo.
Fue imposible no sonreír ante la imagen empalagosa que cubrió su mente, ambos eran una causa perdida. Imaginárselo preocupado, apenas manteniendo el equilibrio a causa de una fatídica noche y suspirando con la bocina fuertemente pegada a su oído, era una imagen fetichista que podría contemplar todo el día. Alabados los demonios que perturbaron su mente y mil veces glorificados los ángeles que construyeron su familia. Qué el aleluya resuene con la potencia de una campanada y que rompa toda herejía. Bendecido sea Tomás Valencia y maldito a la vez, condenándolo a pasar a su lado todo el resto de su vida.
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Perdóname, Amelia (BORRADOR)
Romance2° libro. Tomás Valencia, un hombre confinado al silencio de sus emociones, convive con el martirio de tener aún presente el fantasma de una pasión pasada. Lucha por sobrellevar su pena y si único aliento es el recuerdo de quien alguna vez fue el a...