36: "Hilo"

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N/A: Los hechos sucedidos en "hilo" (los cuales son tres capítulos) manejan una única línea temporal. Con esto quiero decir que todo lo que suceda hasta terminar la trilogía sucede en un periodo de dos días de manera simultánea. ¡Viva Perón!

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Los neumáticos se desgastaban con su incesante andar contra la suave lija del camino, no era sencillo conducir en la soledad de un carro con la conciencia atormentada por una decisión la cual tenía un claro designio, mejorar su vida. Se había alejado hacía cuatro horas del tranquilo pueblo de San Fernando, todo ese tiempo metido en la oscuridad de su cabeza había logrado devastar su moral. ¿Había hecho lo correcto? Con el correr de las semanas quizás vería los frutos de su fechoría, eso sí aguantaba la pesada carga de haber jugado con la reproducción ajena humana.

¿Ajena? No, es propia. Es algo que será nuestro, será de todos. Pronto traerá alegría y mejorías a nuestra vida... Amelia recapacitará.

Amelia...

Lo sabía en cuanto pensó su nombre, ella no aceptaría algo que no estaba en sus planes, era demasiado libre como para atarse a una sorpresa, Amelia no debería saberlo. No sería cosa difícil, muchas veces su periodo se había atrasado por diversos factores, podría escudar aquella incubación con la excusa del estrés o una mala alimentación. Cuando el tiempo haya pasado y sea demasiado tarde como para deshacer su plan, ella no arriesgará su vida y allí estaría él, listo para ser su benefactor. La condena pública no la atacaría y tendrá la calidez perfecta del perdón entre sus brazos, comprará juguetes y ensamblará una cuna, el romance sería inminente alimentado con la esperanza de una vida no nata.

Él es un capricho, un eco del pasado. Amelia lo sabe... Su padre no entendería sus artimañas de alcoba y mucho menos preferiría a un hombre de casi su misma edad como el marido de su única hija, la prensa lo despedazaría y su supuesta moral de derecha se rompería en pedazos.

Cuando los suburbios aparecieron, contempló con nostalgia el pasado. Recordó como lleno de ilusiones había circulado ese mismo camino listo para entregarse a el amor de una comunidad rural. Trajo a su memoria toda la esperanza que cargaba consigo y como ésta se había marchado en conjunto con la ignorancia hacia el pasado de su prometida.

Dios cierra una puerta, pero abre una ventana, todo saldrá bien.

Las casas de moderada adquisición pasaban por delante de sus ojos mientras que conducía de manera autónoma mecánica, navegando en su trance mental se quedó contemplando el semáforo, hasta que la bocina de un coche posterior lo sacó de su letargo. Asustado por aquello que había resonado en su tímpano, volvió a la realidad y se dispuso a seguir su camino, teniendo la casa de su niñez como único destino.

Los minutos corrieron apresurados en el reloj y pronto la gran verja repleta de enredaderas le dieron la bienvenida, bajó a abrirla, agasajándose a sí mismo con una idílica visión de su jardín, aquel que había caminado con zapatos y había corrido con los pies descalzos. Sin más preámbulos retornó al vehículo y lo adentró a su hogar, haciendo que el furioso ruido del motor percatara de su presencia a todos los habitantes de su residencia.

Una mujer salió de aquella casa blanca vistiendo un vestido floreado mientras que la cruz de plata de su cuello brillaba con el último brillo del crepúsculo, al observarla sus ojos se iluminaron, su madre siempre tendría su corazón sanador dispuesto a curarlo. Apresurado apagó el coche y salió a su encuentro, fusionándose en un abrazo y cubriéndola de besos, reflexionó sobre la alegría materna que ella sentiría al saber que la genética por su lado también seguía, estaba haciendo lo correcto.

Perdóname, Amelia (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora