Libertad, honor , sacrificio, honra, amor o traición era algo que cualquier persona en su sano Juicio jamás se atrevería a mezclar para describir a una persona, Jeon Jungkook , lo sabia a la perfección...tanto que su vida pasada, ahora se recreaba...
–Ella ha llegado General– Informó uno de los soldados, que había ingresado con la respiración agitada al cuarto de tortura, donde el General Choi se encontraba.
–Pasala al cuarto blanco– Respondió el hombre , dejando lo que hacía, para dirigirse a recibir a su tan necesitada visita.
El olor a traición se respiraba en las filas de la oficina central que el norte tenía en el sur, ¿Por qué?, sencillamente por que uno de los infiltrados había sido descubierto ¿Por qué?, por que nunca antes había peligrado tanto el golpe de estado como esta vez.
Los días en los cuales el norte rebosaba glorioso sobre tomar al sur estaban reduciéndose a cenizas, y era por ello, que el General Choi, tenía un arma secreta, esa arma que desde luego nadie se atrevería a descubrir, por qué la tenía guardada como un precioso zafiro en medio de la muchedumbre.
Esa hermosa joya, era la salvación, como la derrota, esa preciosa joya sería la pieza clave para que el golpe de estado fuese realizado..
–Hola Padre– Mencionó la Joven mujer que yacía sentada en la silla que únicamente correspondía al general Choi, sonriéndole con esa risa torcida que solo ella sabía hacer, esa sonrisa que había heredado de su padre y la cual por gracia o desgracia , le pertenecía como una réplica exacta , donde se reflejaba la maldad.
–Querida, ¿Todo ha funcionado acorde al Plan?– Preguntó el hombre sonriendo de vuelta.
–Todo Marcha acorde al Plan Padre–
Por que ni aun los contratiempos, harían que el sur escapara de su destino, de su condena, ellos estaban condenados a perecer, y así sería, el norte sería uno solo con el sur, haciendo así una solo república.
La república de corea del Norte.
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