MarDe tu boca salieron
fuegos artificiales,
porque eso es lo que también
se encendió dentro de mi
cuando vi como tus labios
pronunciaron esas palabras,
que para mi fueron fuego"Mi lucero desconocido"
Tuya,
completamente tuya,
así me nombrabas,
y así lo deseaba yoDesconocida... no,
para ti ya eras más
que un destello indescifrableAhora era un lucero
que se colaba por tu ventana
y captaba tu mirada- Tu lucero desconocido
Este poema lo había estado escribiendo desde que tuve mi primera cita con Adrián, cuando descubrí el apodo que me tenía. No lo llegué a terminar hasta el día después de habernos oficialmente hecho novios. Para mí era una locura todo lo que hasta ahora ha pasado entre él y yo. Ya han pasado dos meses desde que lo vi por primera vez en la cafetería, y entre charlas, miradas, y encuentros, hasta ya éramos novios.
La vida era algo que día a día nos traía sorpresas, y esa terminó siendo una para mí.
Con mis manos temblando en el teclado de un computador en el salón de tecnología, tecleo un mensaje de introducción en el correo que planeaba enviar junto a mis poemas. Después de haber leído los requisitos que la competencia de escritura proporcionaba, me había decidido enviar cuatro poemas sobre Adrián. Ya sé, un poco cursi, pero son los mejores que he escrito recientemente. Además, pensé que sería algo bueno enviar poemas que contaran una historia, y que también se relacionaban de alguna manera.
Por eso escogí los cuatro poemas que había escrito desde que lo conocí:
1. Cuando nos encontramos en la lluvia (El primer paso)
2. Cuando comenzaba a tener sentimientos por él (Café con sabor a avellana)
3. Cuando tuvimos nuestro primer beso (Besos de la noche)
4. Y ahora que lo nuestro iba más allá (Tu lucero desconocido)
No lo había tomado en cuenta antes, pero hace unos días pensé que sería una buena idea. Ahora, con el archivo adjuntado al correo y con mi mensaje de explicación terminado, sin pensarlo más presiono la palomita de "enviar" y veo como el correo desaparece, indicando que ha sido exitosamente enviado.
Una bocanada de aire se escapa de mis labios, mientras recuesto mi espalda en la silla. Sonrío de felicidad por haberme atrevido a hacerlo.
—¡Mar!— escucho una voz de inmediato, sacándome de mi trance.
Me percato de que es Victoria al verla entrar en el salón, con una sonrisa muy risueña.
—¿Qué haces?— se acerca sobre mi hombro.
—Nada, solo estaba enviando los poemas que había escogido para la competencia de escritura. ¿Ya acabaste?— me refería a un examen que había estado tomando en su clase de reportes.
—Si, me fue bien, espero. Y, ¡qué guay! Estoy segura de que serás una de las ganadoras, y no necesito leer tus poemas para acertarlo. Solo que, ¿sobre qué escribiste?
—Sobre... algo— me encojo de hombros, y ella esboza una risa.
—Vale, define <<algo>>.
—Letras, palabras, versos.
—Vale, si no me quieres decir no lo hagas, pero ahora que lo pienso, si ganas tienes que dejarme leer los poemas, así yo puedo presumir que los leí antes de que fuesen publicados.
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Unos ojos avellana en un café diario ©
Teen FictionMar había vivido toda su vida escondida detrás de novelas románticas y poemas empalagosos. Se quedaba sin aliento recitando a Benedetti, y suspiraba incontrolablemente leyendo sobre las pasiones de Neruda. Su mundo giraba alrededor de fantasías y ve...