Capítulo 4

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Adrián

A mis veinticuatro años son pocas las personas que han logrado al instante caerme bien, sea charlar con ellos y solo verlos con una mirada ligera. A la ligera siempre he tenido esa cualidad de descifrar a una persona, y poder distinguirla entre una persona humilde o egocéntrica, entre una persona tímida o extrovertida, y así seguir. No es que sea vidente, o yo qué sé, pero las primeras acciones y comportamientos de una persona te pueden llegar a decir más de lo que piensas sobre ellos.

Así me pasó hoy en la mañana, con la barista de la cafetería: Mar.

Desde que entré a la cafetería y me acerqué a la cajera pude ver, por su forma de actuar, que es una chica algo tímida, y supongo que debe de ser algo normal al interactuar con sus clientes. También supongo que naturalmente es amable, por la forma en la que me trató, y quisiera predecir que si alguna vez se enojara tuviese que tener una buena razón para hacerlo.

Personas como ella no tienden a ser impulsivas o imprudentes.

Sin embargo, las veces en las que la miraba a los ojos podía sentir sus nervios, como si mi mirada la hubiese intimidado de alguna manera. Eso es lo que no entendí, como cada vez que nuestras miradas conectaban ella se ponía nerviosa, y lo podía notar comenzando por su postura, y después al ver cómo sus ojos deseaban apartar la mirada.

Claro, es entendible que se sienta introvertida con un desconocido, no sé porque esperaba más de su parte. Pero lo que sí me ha dejado algo desconcertado es que hubo algo en ella que me hizo sentir curiosidad. No sé si era su forma de mirarme, o por cómo su cara cansada todavía era capaz de sonreír en esos momentos. (Si, también me di cuenta de sus ojeras, y como movía su cuello y hombros cuando preparaba mi latte.) En fin, desde que la vi sentí como si hubiese sido un imán para mí, no necesariamente atracción... pero una fuerza metálica.

Ahora estás hablando estupideces, Adrián.

Dejo atrás mis pensamientos sobre Mar- digo la barista- y me enfoco en entrar a Spain Architects Inc., uno de los edificios de las empresas arquitectónicas de mi padre.

Mi padre ha tenido a Spain Architects Incorporated desde que yo tenía diez años, y lleva más de una década siendo una de las empresas de arquitectura más exitosas en Málaga, y en lo general de España.

Yo apenas llevo trabajando aquí un año, después de haberme graduado en Arquitectura de la universidad. Y antes de que hagan sus predicciones, lo hice porque yo quería, no porque mi padre me hubiese obligado o porque era considerado un trabajo prestigioso de parte de mi familia. Lo hice porque desde niño me pareció fascinante, y siempre tuve como ventaja la empresa de mi padre, donde pude experimentar diferentes aspectos de la arquitectura.

Sin embargo, desde que conseguí mi empleo en la empresa, porque no me lo conseguí fácil, le había dejado claro a mi padre que yo me iba a ganar mi puesto en esta compañía, y que mi camino hacia la cima iba a ser igual al de los demás empleados. Solo porque Matías Cortés, mi padre, es familiar mío y el dueño de la empresa no quería que los demás pensaran que obtuve mi empleo por él. No, yo lo hice por mi propia cuenta y mis propios esfuerzos.

Cuando todavía estaba en la universidad, comencé a hacer mis pasantías aquí (y las conseguí por mi currículo, y no por quienes eran mis parientes, o mucho menos mi apellido). Después decidí quedarme aquí, y seguí con la ocupación que ya tenía al hacer mis pasantías. Afortunadamente, después logré subir y establecerme en el departamento que de verdad quería y deseaba: el departamento de Creaciones Gráficas.

Ahí he podido poner mi gusto por el arte, y crear dibujos, para un buen uso. Al igual que relacionar el arte con la tecnología y pasar los dibujos del papel a la computadora. Llevo seis meses siendo parte del departamento, y de verdad que es tal cual como yo quería que fuese; no solo un trabajo donde ganarme la vida, sino también uno en donde podía seguir mi pasión y lo que tanto me hace feliz.

Unos ojos avellana en un café diario ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora