Adrián
Nunca había sido de mi agrado espiar a las demás personas. Se sentía fuera de lugar y muy incómodo. Era un acto que solo me intrigaba en las películas de misterio, pero tener que hacerlo personalmente yo, ahí sí que no me parecía adecuado.
Sin embargo, ahorita esa parte de mi se debe de estar riendo en mi cara porque justamente me encuentro viendo cómo la silueta de Mar aparece junto a un tío desconocido, aunque sea para mí, a su lado. Veo como ríen y hablan, aunque no logro escuchar sus voces o descifrar qué es lo que exactamente dicen.
¿Quién era?
El único amigo que yo conocía de Mar era Sebastián, pero este tío nunca lo había visto anteriormente. Veo como Mar se da la vuelta, dándome la espalda, y veo como el tío desconocido le sonríe carismaticamente. Inconscientemente, aprieto mi agarre en el volante al sentir un sentimiento venenoso recorrerme.
Joder, no te pongas celoso Adrián.
¿Celoso? No, no lo creo. Cualquier cosa menos eso. Solo que me parece muy confuso que Mar venga caminando a su casa con él. Cuando decidí venir a visitarla supuse que ya se encontraba en su casa, pero ahora veo que no es así.
Ahora veo que viene muy bien acompañada, con mister sonrisa carismática.
Se despiden, y Mar se da la vuelta, muy sonriente. ¿Qué le habrá dicho él para hacerla sonreír tan hermosamente? ¿Le contó un chiste? ¿La halago? ¿Le dijo algo que yo nunca le he dicho?
Joder Adrián, controla tus celos y enfócate en que es TU novia. ¡Eso sería suficiente!
Intento hacerle caso a mi consciencia, pero evidentemente esa parte terca de mi se interpone en el camino, y me hace sentir molesto y celoso. ¡Bien, lo acepto, estoy celoso!
No logro cambiar mi semblante en el momento en que Mar nota mi presencia. Se detiene, y observa mi coche, en asombro. Sin más remedio, ni con más necesidad de esconderme, salgo del lado del piloto y cierro la puerta con un empujón ágil.
Cambia la cara, cambia la cara, cambia la cara.
—Que sorpresa, no esperaba verte hoy— me dice ella al estar cerca, sonriendo con esa sonrisa genuina que me derrite sin esfuerzos. Pensé que estabas celoso y cabreado tío...
—La vida está llena de sorpresas, Mar— comento, aunque ella no me entienda.
—Si, pero esta sorpresa me encantó— enrolla sus brazos alrededor de mi cuello, acercándose aún más a mí. Poso mi mirada en sus labios, rosados y delicados, y por un momento se me olvidan mis celos y me enfoco en esa parte de su ser, esa parte que últimamente se ha vuelto una adicción para mí.
—¿De veras? No lo había notado antes— intento ser sarcástico, sabiendo que le molestaría.
Enseguida Mar acorta la distancia entre nosotros, depositando un beso muy tierno de su parte en mis labios. Sin previo aviso me pierdo en su tacto y en sus besos, en cómo las yemas de sus dedos acarician los vellos detrás de mi cuello, y en cómo sonríe entre el beso. No obstante, el rostro de aquel tío aparece en mi mente, con su sonrisa carismática y su porte de confianza con Mar, haciendo que me separe unos centímetros de ella.
—¿Ocurre algo?— me pregunta, separándose también un poco de mi cuerpo—. Te veo un poco tenso y perdido. ¿Pasa algo, ojos avellana?
—No, no pasa nada. Solo que...nada, no me hagas caso.
—¿Seguro?
—Seguro.
—Bien, aunque ya sé que te haría sentir mejor— me dice, sonriente—. ¿Te apetece un café?
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Unos ojos avellana en un café diario ©
Ficção AdolescenteMar había vivido toda su vida escondida detrás de novelas románticas y poemas empalagosos. Se quedaba sin aliento recitando a Benedetti, y suspiraba incontrolablemente leyendo sobre las pasiones de Neruda. Su mundo giraba alrededor de fantasías y ve...