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EMMA COLLINS

Mis ojos se abren de golpe.

Parece que han pasado mil años desde la ultima vez que los cerré. Todo me da vueltas y lo único que puedo sentir ahora mismo es una enorme presión en el cuerpo como si no pudiera moverme.

Y así es.

Me encuentro atada y amordaza. A mi alrededor diviso una especie de sótano. La luz de la bombilla se está fundiendo y apesta a tubería que alimenta. Las paredes están manchadas debido a la humedad y no paran de sonar unas gotas que provienen del techo y caen contra el suelo. Parece que estoy en algún lugar sacado de una película de terror.

El sonido chirriante de la puerta abriéndose me provoca escalofríos y sobresaltos pero todo es por dentro, ya que físicamente no puedo hacer ni eso. Apenas hay luz como para reconocer a quién ha entrado aunque puedo hacerlo en cuanto da unos pasos más. Una figura femenina de la cual no me olvidaré nunca y que no me esperaba aquí.

Megan, mi compañera del piso de Dallas.

No me puedo creer que esté ella aquí, observándome con diversión y no teniendo ni una pizca de empatía, pero el dilema es que esté en este lugar.

—Vaya, vaya, vaya...—me mira de arriba a abajo—Pensaba que nunca volvería a verte.

Se acerca a mi en cuanto se da cuenta de que no puedo hablar y me quita la cinta de la boca de golpe. Seguramente no me haga falta hacerme el bigote en lo que queda de mes.

—¿Qué es todo esto?—pregunto al instante—¿Qué haces aquí? ¿Y por qué estoy yo así?

—Deja de hacer tantas preguntas, no me da tiempo a responder a todas.—me riñe de manera sarcástica—Iría directamente al grano pero primero me apetece decirte lo muy jodidamente cabrona que me pareces.

En cuanto esas palabras salen por su boca no puedo hacer más que tratar de encontrar a la Megan que yo conocí. No entiendo nada.

—Me parece que no puedes hablar de "cabronas" cuando por lo visto eras mi amiga y compañera de piso y ahora me tienes secuestrada en contra de mi voluntad.

—¿Amiga?—comienza a reírse—Sabes perfectamente que nunca hemos sido amigas. Estás amargada. Además, no sé si eres consciente de que has desaparecido como si nada dejándome con todos los gastos de la casa. ¡No has dado ni una puta señal de vida!—grita enfurecida.

—Se me han liado las cosas mucho, ¿vale?—intento calmarla—Lo iba a hacer, te iba a llamar pero me encontré al padre de mi hijo allí y...

—¿Y qué? ¿Family friendly?

—¡No! Elton aún no sabe nada.

—Me parece tronchante que aún no hayas tenido los ovarios de decirle a su padre que Dylan es su hijo. Primero, te entrometes en la relación con su padre y después, le ocultas que tiene un precioso niño.

—Ese tema no te incumbe para nada.

—Escúchame bien.—se acerca a unos centímetros de mi cara y me levanta la barbilla de manera agresiva, lo que hace que mi corazón vaya a mil—Este tema me incumbe todo lo que a mi me de la puta gana porque te he estado aguantando bastante durante este tiempo hablando de ello.

EL PROBLEMA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora