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EMMA COLLINS

Hoy es el gran día.

O mejor dicho para mí, el peor día.

Hoy tomo una gran decisión y mi vida vuelve a dar un vuelco. Me caso con Alessandro. No por amor.

Por obligación.

Mi madre y mi abuela están ayudándome a ponerme el vestido. Hay un centenar de personas—la mayoría amigos de Alessandro—esperando para contemplar esta "magnífica" boda.

Entre mi gente además de mi madre y mi abuela, se encuentran mi hijo Dylan y su tía Bianca, que a pesar de todo no podía perderse el día de mi boda.

Una amiga siempre está en los momentos importantes aunque no se la vea todos los días.

—Estás preciosa...—dice mi abuela emocionada limpiándose una pequeña lágrima que le cae del ojo con su pañuelo de tela, en el que aparece grabado su nombre en cursiva—Estoy muy orgullosa de ti.

La doy un abrazo emocionada y a la vez dolida por todo lo que viene a partir de ahora. Casarme por conveniencia no es plato de buen gusto.

Me llega un mensaje al móvil y trato de cogerlo pero mi madre me lo quita de las manos.

—No te distraigas cariño, te pondrás más nerviosa. En quince minutos tienes que salir, está todo el mundo ansioso. Nada de móviles.

—Mamá pero igual es urgente.—me quejo pensando por dentro en Dominic y su banda.

—Nada es más urgente ahora mismo que tu boda.

Ahogo un suspiro y no respondo.

—¿Sabes? Estoy muy contenta porque has decidido casarte con un hombre hecho y derecho. Sin duda ha sido tu mejor elección.

—Ya...

Llaman a la puerta de la habitación y antes de que nadie responda esta se abre y me encuentro con Bianca. En cuanto esta me ve abre los ojos como platos.

—Wow.—dice boquiabierta—Estás brutal nena. No podrás darte ni la vuelta con el corsete.

—La verdad es que no.

—Intenta no parecer un pingüino mientras llegas al altar.

—Lo intentaré.

—Gracias por hacerme dama de honor, me lo merecía.

—Siempre te haré dama de honor donde haga falta.

Nos damos un fuerte abrazo y nos emocionamos las dos a la vez, momento que termina en carcajadas.

Transcurridos quince minutos me dirijo a la puerta de la Iglesia. Mi abuela me acomoda la falda del vestido y me dedica una sonrisa.

—Siempre recordaré este momento. Y espero que tú también.

Se mete en la Iglesia y se va a sentar a los bancos en primera fila. Bianca hace lo mismo y solo queda mi madre conmigo.

—Mira, cielo... Se que no he sido muy buena madre a lo largo de estos años, que debería habérmelo currado más. He hecho cosas muy malas y me he dañado a mi misma. Lo último no ha sido para beneficiarte, pero te juro que todo lo demás, ha sido para cuidarte. Siempre voy a estar al lado tuyo. Es por eso que... Bueno... Creo que te merecías esto el día de tu boda. A lo mejor no es un buen detalle a estas alturas, o sí... pero...

Mi madre mira por encima de mi hombro y me encuentro ante mis ojos a mi padre, cosa que provoca que el tiempo para mi se detenga.

—Pensé que bueno, a lo mejor querrías que tu padre te llevara al altar. No tendréis la mejor relación y habrás estado muchos años sin considerarle tu padre, pero no se ha querido perder este momento y... Os lo merecéis. Vivir este momento juntos.

EL PROBLEMA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora