XVI

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EMMA COLLINS

Después de un trayecto corto pero intenso por fin llegamos al aeropuerto. Cogemos nuestras maletas y nos bajamos del coche, dirigiéndonos a las puertas del enorme edificio.

—Tendremos que pasar el control de seguridad pero dame un momento que voy a ir al baño.

—Vale, te espero aquí.

Mientras le espero mi móvil comienza a sonar y diviso el nombre de Elton en la pantalla. Para evitar problemas y que Alessandro se ponga hecho una furia decido colgar la llamada. No me conviene que me pille ahora hablando con él.

Después de cinco minutos Alessandro sale por fin del baño y nos dirigimos al control. Pasamos todas nuestras pertenencias por una cinta corrediza y nos mandan quitarnos los zapatos para pasar por una especie de alarma-sensor.

Una vez pasamos cogemos nuestras cosas y vamos a mirar el panel de la pantalla en la que salen los próximos vuelos. El próximo a París es dentro de dos horas. Genial...

Decidimos ir a una cafetería del aeropuerto a sentarnos y charlar mientras esperamos.

—¿Sabes algo de tu hermana Chloe?—le pregunto tratando de averiguar si sabe algo de su ruptura con Tom.

—No, no me ha vuelto a llamar. Seguramente en algo estará metida, no quiero saber el qué...

—Espero que esté bien.

—Y yo.—echa una cucharada de azúcar a su café y lo remueve—¿Lo has pasado bien por Seattle?

—Sí, salí con mi amiga y con unos amigos.

—¿Y todo bien?

—Sí.

—Bueno, ahora nos toca disfrutar de este viaje tú y yo solos. Fuera preocupaciones, estrés, malos ratos... Ahora toca descansar y desconectar del mundo.

—Pues sí, la verdad es que me hace mucha falta. Hace mucho tiempo que en mi vida no hay tranquilidad.

—Lo sé.

Me dedica una mirada de preocupación y decido ir a la barra a pedir un botellín de agua solamente para evitar esta situación tan incomoda.

Mientras estoy en la barra me comienzan a llegar llamadas de Bianca y decido apagar el móvil. No me parece normal que me llame tan tarde y que se preocupe por mi ahora, después de que me haya tenido que traer de vuelta a casa un desconocido y a ella le haya importado una mierda.

Tras dos horas de larga espera finalmente cogemos el avión y ponemos rumbo a París, "la ciudad del amor".

ELTON MAC QUOID

No puede estar siendo verdad lo que dice Bianca. No puede ser verdad. Mi cabeza está a punto de explotar. Nunca me había planteado la posibilidad de que ese niño sería mío. Jamás. Emma me lo dejó claro desde el principio y yo decidí confiar en su palabra, dudo que fuera tan cruel de ocultarme algo así.

De todas maneras, una parte de mi, la parte desconfiada y enfadada con el mundo que se creó gracias a los acontecimientos que ocurrieron durante mi jodida infancia, me dice que debo asegurarme de que eso no es cierto. Porque de así serlo, va a estallar un meteorito contra la puta tierra.

Llego al edificio en el que trabaja mi padre.
Después de estar en la miseria no sé cómo ni cuándo ni en qué momento pero trabaja de contable en una empresa de uno de los hombres más ricos de Seattle: David Jones.

Entro en el edificio lo más rápido que mi cuerpo me lo permite, ansioso y a la vez furioso por la conversación que acabo de tener con esa jodida drogadicta. Los guardias de seguridad al verme tan alterado y entrando tan rápido fruncen el ceño pero no dicen nada por el momento.

Voy a recepción y pregunto por mi padre.

—Hola buenas, mire, quería saber dónde está Harold Mac Quoid, es mi padre y necesito hablar con él urgentemente.

—Está en el despacho 3 de la planta 2.—me mira y hace una mueca—¿Quiere que le dé un vaso de agua? Está completamente pálido.

—No, gracias.

Salgo corriendo al ascensor y subo a la planta número dos. En cuanto las puertas del ascensor se abren busco rápidamente el despacho de mi padre y en cuanto lo encuentro no me digno ni siquiera en llamar a la puerta, simplemente entro.

Se encuentra tan tranquilo escribiendo en su ordenador portátil, con sus gafas de vista y su perfecto traje de color gris con corbata. Parece todo un caballero, cuando en realidad no es más que una miseria.

—¿Elton?—me pregunta quitándose las gafas.

Cierro la puerta y acto seguido le cierro el ordenador portátil de golpe.

—¡¿Qué te ocurre?! ¡¿Estás loco?!—se levanta de golpe del asiento.

—Te voy a hacer una pregunta y espero que por una vez en tu puta vida seas sincero conmigo.—le digo señalándole con el dedo índice y le miro a los ojos—¿Dylan el hijo de Emma es mi hijo?

—¿Qué?—se desajusta la corbata del cuello—¿E-estás mal de la cabeza? ¿Quién te ha dicho eso?

—No me importa quién coño me lo ha dicho, ¡te he hecho una pregunta joder!—le doy un golpe a la mesa y este se sobresalta—¡Contesta!

—Elton, mejor hablamos en casa, ¿vale? Estás en mitad de mi trabajo montando un escándalo y la gente nos está mirando.

—¡Me importa una mierda la gente, te he hecho una maldita pregunta!

—Te he dicho que hablamos en casa.

—¿Sabes qué? Me acabas de dar todas las respuestas callándote la puta boca. Estás muerto Harold.

Salgo de allí a toda hostia y pego un portazo. La gente del lugar me mira asustada y yo decido ignorar todas las miradas, como aquella vez en casa de Abby.

La última persona con la que debo hablar es con Emma, pero antes necesito ver a ese bebé. Mirarlo a los ojos y asegurarme de que es mi hijo. Solo necesito una mirada, sentir algo, algo en lo que nunca antes me había fijado.

Porque si siento algo, a partir de ahí las cosas se van a poner muy feas.

EL PROBLEMA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora