XIX

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ELTON MAC QUOID

Puedo notar como la tensión se palpa en el ambiente.

Abby y yo nos encontramos en la sala de espera para poder hablar con la doctora Roberts. Ella será la encargada de realizar la prueba de paternidad.

—¿Cómo te encuentras?—me pregunta Abby dirigiendo la vista hacia el fondo del pasillo.

—Nervioso. De verdad, quiero acabar con todo esto. Es solamente una maldita respuesta, un resultado.

—Un resultado que podría cambiarlo todo.—espeta, logrando ponerme más nervioso de lo que ya estaba.

La doctora Roberts se asoma por la puerta de su consulta.

—¿Elton Mac Quoid?

—Sí.

Me levanto y Abby se queda esperando sola en la sala. Entro y cierro la puerta tras de mí y tomo asiento.

—Bien, tengo entendido que había solicitado una prueba de paternidad con un bebé.

—Exacto, tengo muestra de su saliva. Aquí tiene.

Le paso un bote cerrado con el bastoncillo impregnado en las babas del pequeño Dylan.

—Bien, lo único... Tendré los resultados mañana.

—¿Mañana? ¿No puede conseguirlos antes?

—Me temo que no.

Mierda.

Dejo la muestra y salgo de la consulta algo furioso, cogiendo a Abby a través de los manillares de la silla de ruedas y sacándola de ahí.

—¿Te ha dicho algo? Tienes mala cara.

—Que mañana tendrá los resultados.

Mientras salimos del hospital una llamada entrante hace que mi móvil comience a sonar. Lo saco de mi bolsillo cerciorandome de que si suelto a Abby no caerá cuesta abajo.

Es mi padre.

—¿Se puede saber qué narices quieres? Estoy ocupado.

—Tom está aquí. Dice que quiere hablar contigo de manera urgente.

—¿Qué?

—Sí, no sé qué quiere. Ven ya a casa.

Me cuelga el teléfono y dejo a Abby en su casa y me dirijo rápidamente a la mía, en donde está Tom sentado en el sofá. Se muestra inquieto, como si algo le preocupara.

—Elton, tienes que enterarte de una cosa.

—¿Qué ocurre?

—He hablado con Chloe.

—¿Qué has hecho qué?—pongo cara de repugnancia y a la vez de alucine.

Los hombres flojos nunca aprenderán frente a una mujer de ese palo.

—No es por lo que piensas, me ha llamado ella.

—Pues entonces sí es por lo que pienso.

—No, pero no era para nada nuestro.

—¿Entonces? Dilo ya.

—Emma y Alessandro, su hermano...

—Emma y Alessandro... ¿Qué? Venga. Desembucha.

—Se van a casar.

—¿Qué? ¿Cómo que se van a casar? 

—Lo que escuchas. Yo también me he quedado flipado.

—No. No puede ser verdad.

Comienzo a tirarme de las raíces del pelo indignado.
No puede estar pasando. No ahora. Ni nunca.

Hace dos dias estábamos de lo más bien en aquel túnel en Central Park y ahora de repente... ¿Se casa?

—¿Sabes cuándo se van a casar? ¿Han dicho algo?

—Mañana, mañana a las... Bua no sé tío, cuando comienza la misa y todo eso. La verdad es que si te soy sincero no me acuerdo muy bien de a qué hora empezó mi boda. Me pillé tal borrachera después que tengo lagunas.

—¿Podrías averiguarlo por favor?

—A ver, supongo que sea por la mañana. Se lo pregunto a Chloe y te digo.

—Vale. ¿Y por qué se casan tan rápido? Una boda requiere de tiempo para planificar.

—La familia de Alessandro y Chloe son millonarios. ¿Qué te esperas?—me quedo pensativo unos segundos hasta que mi mejor amigo habla—¿No piensas ir a evitar la boda o qué?

—No, no soy tan egoísta... O sí.

Lo que es mío es mío.

EL PROBLEMA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora