XV

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ELTON MAC QUOID

Tras haber hecho un largo trayecto hasta Seattle, mi hogar, me encuentro desconcertado.

Hasta hace unas semanas en este lugar yo era como un vagabundo más. Mi aspecto daba asco, yo daba asco y todo lo de mi alrededor daba asco. Sin embargo, aquí, en mi hogar, conocí a Emma Collins, el amor de mi vida. Y por esa misma razón, pienso que Seattle no da tanto asco.

He aparecido tras un tiempo aquí porque necesitaba pasar por mi casa. No puedo abandonar mi hogar y dejarlo atrás como si nada.

Me dispongo a entrar y a la primera persona que me encuentro es a mi hermana con un chico. Un chico igual de rubio que ella y de ojos azules. Todo un Ken para una Barbie como mi hermana.

Mía en cuanto me ve entrar por la puerta lo primero que hace es alertarse y levantarse del sofá rápidamente. A saber qué estarían haciendo...

—Ho-hola Elton, no te esperaba por aquí...—dice mirando de reojo a su chico.

—Ya, yo tampoco me lo esperaba.—admito—¿Quién es?—le pregunto señalando con la cabeza a ese chico sentado en mi sofá.

—Él es Lucas... Mi novio.

—Lucas, encantado.—le dedico una pequeña sonrisa—Soy Elton, su hermano mayor.

—L-lo mismo digo.—responde nervioso—Bueno, yo ya me tengo que ir que tengo entrenamiento de rugby.

—¿Haces rugby? Wow hermanita, tú sí que sabes elegir. Me gusta para ti.

Mía se sonroja y despide a su novio antes de que la deje más en evidencia. En cuanto Lucas sale por la puerta Mía viene corriendo donde mi y me da un fuerte abrazo.

—Te había echado mucho de menos. No te vuelvas a ir nunca.

Recibo su abrazo tiernamente.

—Desgraciadamente no sé dónde voy a parar. No sé si me quedaré en Nueva York o volveré a casa. Ahora mismo mi cabeza está en muchos lugares, no soy capaz de quedarme solamente en uno.

—Esta siempre va a ser tu casa y podrás volver siempre que quieras Elton.

—Me alegro de ser bienvenido siempre.

—No te alegres, es lo normal. Es tu hogar.

—Lo sé...

—Quitando todo eso... Te conozco. Y sé que no solamente has venido a Seattle por venir. ¿Has venido a buscar a alguien?

—Podría decirse que en parte sí.

—A Emma, ¿verdad?

—Exacto. Pero antes necesito hablar con Bianca, su supuesta mejor amiga. Me parece a mi que no le han quedado las cosas muy claras con respecto a nada.

—¿Y a qué esperas? Cuanto más tardes en hablar con ella más tardarás en ver a Emma.

—Ya sé que quieres que me pire para tener la casa sola y poder tirarte a ese tal Lucas. He tenido tu edad y el triple de recorrido que tú hermanita.

—¡Idiota!—coge una almohada y me la lanza avergonzada.

—Bueno, es hora de que me pire. Espero volver.

—Yo también espero que vuelvas.—confiesa mi hermana dándome un último abrazo.

Salgo por la puerta y me dirijo rápidamente a la casa de la zorra de Bianca. Después de lo de anoche me va a escuchar. Me presento en el porche y comienzo a llamar al timbre unas quince veces, pero no hay señales de que haya alguien en casa. Como siga llamando así los vecinos saldrán y llamarán a la policía, lo más seguro. Pero me da igual.

En Seattle me tiene tan fichado la policía que ya no me extraña que venga. Es más, es también parte de mi familia.

Tras otro intento de llamar al timbre unos gritos provenientes de detrás de mi me interrumpen.

—¡¿Se puede saber qué coño te pasa a ti en la cabeza tío?!—me pregunta Bianca totalmente alterada andando hacia mi con pasos firmes.

A su lado puedo ver a un chico alto y musculoso, supongo que es el idiota con el que salieron anoche.

—Eso mismo me pregunto yo de ti.—la digo dándome la vuelta y dando la cara—¿Te parece bonito que droguen a tu mejor amiga y ni siquiera preocuparte por ella? No sabes siquiera si ha vuelto bien a casa.

—¿Me vienes a dar lecciones de vida justamente tú?—me pregunta alterada tocándome con fuerza el pecho con su dedo índice.

La miro a los ojos y puedo notar la rojez de estos y sus mejillas coloradas. Va muy puesta.

—Sí.—la digo apartando su dedo de mi pecho—Te vengo a dar lecciones de vida yo, Elton Mac Quoid. Ya me parece triste que te las tenga que dar yo, imagínate hasta qué punto has llegado...

—¡Eres un maldito idiota!

—¿Y tú qué?—le pregunto al chico que venía con ella y que supongo que fue el que las invitó a esa maldita fiesta—¿Te parece bien drogarlas? ¿Estás contento con lo que haces?

—Yo... Han sido ellas las que han querido hacerlo. En ningún momento las hemos obligado.—se excusa.

—Pero se lo habéis ofrecido. ¿Te parece normal el estado en el que está esta tía?—le pregunto señalando a Bianca con repugnancia.

—¿De qué coño vas, Elton?—me pregunta Bianca interponiéndose entre él y yo—¿Por qué no te vas a la mierda y nos dejas a todos en paz de una puta vez?

—Porque quiero saber qué narices pasó ayer, y sé que Emma no me lo va a contar.

—Emma no te cuenta muchas cosas me parece a mi.

—¿Cómo?—frunzo el ceño extrañado.

—¡Lo que oyes!—grita totalmente ida—¡Vives en una puta mentira Elton! ¿Te crees que Emma es una santa? No es trigo molido mi pequeña Collins.

—¿Por qué lo dices? ¿Porque está con otro? Eso ya lo sé yo e incluso me he tragado que haya tenido un hijo con otro.—digo con indiferencia.

—De eso mismo vives engañado. ¿Que ha tenido un hijo con otro? Piensa un poquito con la cabeza. Se fue al terminar el curso y luego hay nueve meses de embarazo, no se iba a quedar embarazada del primero que pasara. ¿Quién fue la última persona a la que se tiró antes de irse? ¡Tú, querido!

Eso que dice provoca que mi cabeza comience a descolocarse y a hacer una especie de "reset".

Comienzo a recordar el día de la boda cuando me vio y se quedó pálida y el parecido que me vi yo mismo con el pequeño Dylan pero decidí dejarlo pasar porque a lo mejor eran paranoias mías.

—Estás totalmente drogada, no cabe duda.—la digo tratando de evitar todos esos pensamientos.

—Te lo digo de verdad Elton, ¡Dylan es tu hijo! ¡Sino pregúntale a tu padre! ¡Obligó a Emma a ocultártelo, me lo ha contado ella!

En cuanto menciona a mi padre algo en mi interior comienza a expandirse de rabia. Me quedo callado unos segundos tratando de asimilar lo que está ocurriendo.

—¿Dylan es mi hijo?—la pregunto tratando de no sollozar por la noticia que acabo de recibir.

—Sí. Aprende a vivir con ello y deja de huir.—me dice Bianca agarrando de la mano al chico y dejándome allí solo, sin saber qué decir.

Mi ira se apodera de mi, ahogo un fuerte suspiro y me dirijo al trabajo de mi padre.

EL PROBLEMA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora