Epílogo

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Satán se apareció ante mi mientras disfrutaba de un chocolate expreso con extra de espuma en Dunn Brothers, yo estaba relajándome y reflexionando sobre a que tienda ir a continuación... Nordstrom o GapBaby.

Ya había encontrado un vestido negro de cachemir que le iba a mis zapatillas color púrpura, pero todavía andaba en busca de los accesorios perfectos. Y había que considerar al futuro bebé; nunca era demasiado pronto para intentar contrarrestar el mal gusto de Cat.

De repente, ahí estaba ella, sentada frente a mí.

El Demonio.

Satán.

El Señor de las Mentiras.

Y no fue una gran sorpresa... ya sabía que pasaría. Y supe inmediatamente quién era.

Algunas cosas simplemente se saben, de la misma forma que sabes que no debes combinar una blusa de cuadros y una falda con lunares.

El diablo, por si quieres saberlo, es una mujer a finales de los cuarenta.

Hoy llevaba un traje gris oscuro abotonado hasta arriba tipo militar, medias negras, y zapatillas negras sencillas. Su pelo era del color de un rico chocolate marrón, con hebras de plata en las sienes, y peinado elegante. Sus ojos eran muy negros. Sus orejas no estaban perforadas, de hecho el diablo no llevaba ninguna alhaja en absoluto. Me estudió durante algún rato desde el otro lado de la mesa. Finalmente dijo;

―Tu eres la reina de los vampiro.

No fue una pregunta, por lo que asumí que no me estaba interrogando.

―Uhh... si.

―Kara Danvers.

―Sí. ―Por pura costumbre volví a echarle un ojo a sus zapatos... después una vez más.

Lo que había tomado al principio por unas simples zapatillas negras eran en realidad unas Roger Vivier de tacón coma. Vivier diseñaba calzado para celebridades, sus zapatos eran literalmente únicos. La Reina Isabel había llevado un par en su coronación. Tenía a la vista un par de zapatos hechos a mano con granates en los tacones de 1962.

Solo se habían elaborado 16 pares.

Eran el santo grial del calzado.

―¿D... donde conseguiste esos zapatos? - El diablo me dedico una fría sonrisa.

―¿Te gustaría tenerlos?

¡Sí! No. ¿Vendería mi alma por unos zapatos? Claro que no. La sola idea era absurda. Y el brillo de los granates no me llamaba, la sola idea de que vender mi diminuta alma no resultaba una ganga en absoluto... ¡no!

―¿Y eres la medio hermana de mi hija, La Favorita de la Estrella de la Mañana?

―¿Qué? Ahh ¿te refieres a Waverly? claro, así es como la llamó el Libro. Supongo que Engendro de Satán no sonaba tan bien. - El diablo tenía una cara de Póker genial.

―El Libro. No deberías haber intentado destruirlo. - ¿Intentado?

―Si pues, bueno, es que no pegaba con nada más en la biblioteca.

―Esa clase de cosas podrían ser considerada una blasfemia. Considera la reacción de un católico cualquiera si el Papa tirara una primera edición de la Biblia al Rio. Ahora considera el mensaje que enviaste a tus sirvientes.

Vampira & No Apreciada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora