Capítulo Dieciocho

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―¡Tramposos! ―grité.

―Nos alegramos mucho al conocer a tu hermana.

―Apuesto a que si, menudos tramposos.

―Lena canceló nuestra reunión ―dijo ella― y tenía la noche libre, así que se me ocurrió pasar a verte.

―Bueno, la próxima vez, llama antes.

―Ya lo he captado ―dijo ella.

―Fue casi demasiado bueno para ser cierto ―dijo el imbécil―. Es tan raro encontrar a un vampiro con parientes vivos. Y tener a uno que viene a caer en nuestras manos...

―¡Vale! Raro ¿Chicos, no creen que es raro? Quiero decir, miren lo joven que es. No es mi bisabuela, es mi hermanita. ¿Eso no les dice algo de mí? ¿Como que quizás no deberían meterse conmigo?

―Me imagino que no les gustan sus condiciones de trabajo ―dijo Waverly servicial, todavía aferrando la mano del vampiro―. Pero esto parece un poco extremo.

―Quizás tu madre podría ayudarnos a salir de esta ―dije, después esperé. Todos esperamos. Waverly parecía asombrada... o quizás estaba poniendo los ojos en blanco, no podría decirlo―. Ya sabes, tu madre podría aparecer y, ya sabes, echarnos una mano. -Nada. Humph! Típico. El diablo: nunca está cuando la necesitas. ―Mira, no quieren hacer esto. ―dije a Klaus, a la vaca de la barra y a Tommy Hilfiger―. En realidad no.

―Creo que tiene razón ―dijo Waverly, prácticamente de puntillas―. Creo que deberían intentar negociar primero. Creo que el secuestro... debería ser una segunda opción. Quizás la tercera. - El vampiro tiró de su cabeza, y ella gritó.

Me froté los ojos. Tenía que admitirlo, no había previsto esto. ¿Qué debía hacer? ¿Y si les mentía y les decía que podrían tener sus ovejas y sus homicidios y su Jueves matar-para-librarse-de-alguien, sacar a Waverly de peligro, y después me echaba atrás? ¿Una reina podía retractarse de su palabra? Los demás vampiros me podrían perder el respeto... bueno, más respeto.

―Antes de seguir con esto, solo quiero aclarar algo: ¿chicos, que creen que les pasó a Snapper y Gemma?

―La señora Luthor te ayudó.

―Vale. Y, sólo para que quede claro, ¿ves a Lena por aquí ahora mismo?- Klaus dudó.

―No.

―Mejor dejo a uno de ustedes con vida. Me estoy empezando a cansar de esta mierda de "Lena la ayudó". Si uno de ustedes extiende la noticia, realmente me será útil.

―¡Ouch! Eso duele de verdad ―dijo Waverly al vampiro que le sujetaba el cabello― ¿Te importaría soltar?

―Cállate, oveja.

―¿Estás particularmente apegada a este hombre? ―me preguntó Waverly.

―Ni siquiera le conozco.

―Oh, vale. Realmente, realmente espero que esto no te de la impresión equivocada.

―¿Qu... ―hasta ahí llegué antes de que un haz de luz dorada rojiza saliera disparada del estómago del vampiro, y este se evaporara. O volatilizara. O algo... ni siquiera tuvo tiempo de gritar, de lo rápido que fue.

Grité.

No muy monárquicamente, es cierto. Pero no puede evitarlo. Verán, en la vida real, los vampiros no desaparecen cuando les matan. No se derrumban en una dramática pila de polvo o estallan en llamas, abruptamente por la exposición directa a la luz. Ni siquiera mueren cuando les atizas en el intestino. Insertas una estaca en sus pechos y/o les cortas la cabeza, y mueren para siempre. No vuelven. Bueno, yo lo había hecho una vez, pero ese había sido un caso especial. Pero aparte de los casos de luz solar había casi siempre un cuerpo, sin importar lo que hicieras. Waverly estaba de pie por sí misma, arreglándose el cabello con la mano derecha y sujetando una... supongo que era una especie de espada... en la izquierda. ¡Pruebas! ¡Pruebas de que era un engendro infernal!... ¡era zurda!

Vampira & No Apreciada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora