Capítulo Trece

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―Lamento mucho molestarla con esto. ―repitió Alice por tercera vez―. Pero creí que debía de saberlo.

―Esta bien, Alice. ―No es culpa tuya. No son animales, son personas. Es estúpido pretender que no tienen cerebros humanos. Debería haberlo deducido hace bastante tiempo.

―No es culpa suya, Majestad.

―La culpa recae en mí. Es que...

―Deben de ser recapturados y ejecutados. -dijo Lena, sonaba aburrida.

―Nosotras estamos por encima de eso ―conteste con severidad. Supongo que lo estamos. Yo no estaba de acuerdo con su fijación matemos-a-todos-los-Demonios pero su aburrimiento acerca del tema tampoco era muy divertido.

―No es "ellos" ―dijo Alice solícitamente―. Es solo una.

―Déjame adivinar: ¿Lexa?

―Si, señora.

―Fantástico. ―El final perfecto para una noche perfecta. La hija del demonio se había tornado en "dulce como la nata" Lena daba la clara impresión de querer probar un poco de esa nata, yo estaba en el infierno, y Lexa había vuelto a escaparse. Era realmente genial.

―La encontraremos de nuevo, señora.

―De acuerdo, bueno, llámame si aparece.

―Inmediatamente, Majestad.

―Mantendremos los ojos abiertos, bueno no literalmente. Mientras tanto, deberíamos pensar en un mejor sistema para evitar que escape. Los demás no parecen querer huir, pero Lexa si, debemos averiguar por qué y solucionarlo para que pueda tener lo que desea aquí, dentro de la propiedad. No es el mejor plan del mundo, pero podemos empezar por ahí.

―Si, Majestad.

―Fantástico, ―dijo Lena, y me sonrió suavemente.

―¿Que diablos haces siguiéndome a todas partes?, ―me queje. Habíamos vuelto a la mansión en nuestros coches, y yo estaba tomándola con Lena en el jardín frontal―. Como si lidiar con la prole de Satán no fuera suficiente impresión sin tenerte a cada momento apareciendo como una Barbie con colmillos de una caja sorpresa.

―No estaba siguiéndote ―señalo fríamente. ―Estaba siguiéndola a ella. - Idiota. Me lo había estado temiendo.

―¿Por que?

―Es una criatura fascinante. No hay ni un atisbo de falsedad en ella ¿verdad?

―N....

―Todo ese poder potencial, ese poder capaz de cambiar el mundo, envuelto en un paquete tan atractivo. Una chica genuinamente agradable que no tiene idea del poder que podría ejercer. ―Prácticamente se estaba frotando las manos―. Aprovechar ese poder... si solo pudiera...

―Pudiéramos, ―dije― si solo pudiéramos.

―Si, si. De verdad, un dilema interesante.

―Si, es genial, ―dije, consiguiendo que el tono de mi voz no sonara acido.―. Mira, una cosa a la vez. Tratemos de ser agradables con Imra y encontrar a Lexa.

―Como dejaste claro en el pasado ―me recordó―, esos son tus problemas, no los míos. - Por un segundo no pude decir nada; sentí un frió pavor a punto... a puntito de envolver mi corazón. Seis meses de alejarle a empujones, y cuando al fin lo conseguía, me ponía enferma. Y por molesta que estuviera, también me volvía loca. Esta bien, lo superaré. Era una chica muerta de muchísimos años. ¿No había cometido ni un error en todo ese tiempo? Cuando finalmente recupere la voz, procedí al ataque. Cualquier cosa mejor que sentirse la mayor perdedora del mundo.

Vampira & No Apreciada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora