CAPÍTULO II

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—¡Está loco! —exclamó, con enfado, recorriendo la habitación de un lado a otro.

—Cálmate, Seyn. No es para tanto —respondió Mik, limando sus uñas.

—¿Qué no es para tanto? —se detuvo en su sitio, para observarlo con incredulidad—. ¡Cruzaré el maldito océano, Mik!

Mik frunció el ceño, e iba a contestar, pero el suave golpeteo en la puerta llamó su atención.

Se miraron por un par de segundos, en completo silencio, hasta que Mik decidió levantarse y murmurar el hechizo.

Seyn esperó un momento más, antes de acercarse a la puerta, con un suspiro.

—Hola, guapo. —Mar sonrió, entrando en la habitación.

—¿Dónde está Cas? —preguntó Seyn, asomándose al pasillo.

—Eh... —Mar se rascó la nuca—, Lord Aren quería hablar con él. Creo que no le agradó mi comentario.

Seyn se rio, y cerró la puerta.

—¿Qué pasa? Creí que estabas ocupada.

—Y lo estoy, pero quería ver cómo estabas. Parecía que querías vomitar cuando te fuiste.

—Ah, estoy bien —sacudió su mano, restándole importancia la asunto—, solo que me asusté porque creí que mi padre había descubierto mis planes de año nuevo.

—Tus planes de año nuevo. —repitió Mar, sentándose a las orillas de la cama, con una ceja enarcada.

—¿Qué? —se encogió de hombros—. Es aburrido pasar en el palacio con toda esa gente. Tú no has pasado tanto tiempo con Lord Nest como yo. Me gusta pasar el año nuevo en el pueblo. No me esperaba que este año fuera diferente.

—¿Acaso no estás feliz con la decisión que tomó el Rey? Creí que querías ver al príncipe Bastian.

—No seas tonta. Por supuesto que estoy feliz. No veo a Bastian desde hace meses, y muero por ir a un baile de la Unión de la Tierra.

—¿Pero...?

—No sé —se sentó a un lado de su amiga—, creo que estoy preocupado por todo esto de los ladrones, y sabes que nunca he sido fanático del océano abierto.

—Déjame preocuparme por eso a mí, y no te preocupes, me encargaré personalmente de alistar a mis mejores soldados para que te acompañen, además, Mer siempre está contigo, y el Embajador Diev te hará compañía para que no te sientas solo.

Seyn sonrió, aunque no se sentía para nada tranquilo.

—Prefiero estar acompañado de mi Guardia, si no te molesta. No soy muy cercano a los hombres de mi padre.

—De acuerdo. Hablaré con Mer para cuadrar todo lo más pronto posible, pero igual pondré a alguno de mis soldados a cargo de tu protección.

—Gracias, Mar. —ella le sonrió, y le dio una palmadita entusiasta en la rodilla.

—Todo saldrá bien, ya lo verás. Asegúrate de deslumbrarlos. —se acercó a la puerta, y se despidió con la mano, antes de salir de la habitación.

—No quiero decírtelo yo, pero... —escuchó a Mik, detrás de él.

—No. —lo cortó, levantándose de la cama—. No haremos eso.

—Oh, vamos. Sabes tan bien como yo que es la mejor solución.

—No. —Mik rodó los ojos.

—Terminarás tomando esa decisión y lo sabes. —dio un paso hacia atrás, y la puerta del pasadizo se cerró.

El Villano de Nuestra HistoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora