CAPÍTULO III

88 14 10
                                    

—Embajador Diev. —Damaris sonrió, al ver al hombre bajar del carruaje.

El Embajador le devolvió la sonrisa, y se acercó a ella, con los brazos abiertos.

—Lady Damaris, un gusto volver a verte. —besó su mejilla, luego de darle un corto abrazo—. ¿Cómo haz estado? Me enteré que firmarán el tratado de paz con Banya. —ingresaron al palacio, a paso ligero.

—Fue muy duro, pero por fin lo hemos conseguido. —Damaris asintió, sin quitar su sonrisa del rostro.

El Embajador Lastair Diev era uno de los hombres jóvenes más poderosos que había conocido, pues contaba con apenas 28 años, pero había logrado alcanzar un puesto que pocos podían conseguir a una edad tan temprana. Había sido aprendiz del antiguo Embajador Kyls, y se había posicionado como Embajador de Rariot en Dria a los 21 años, cuando Lord Kyls se retiró de su puesto.

Sus logros, acompañados de un cabello castaño rojizo ondulado, ojos lilas bastante bonitos y un carisma encantador, lo llevaron a ser popular entre la nobleza, sin embargo, el Embajador Diev jamás había estado con nadie, o al menos, nadie conocido por la alta sociedad que se llenaba la boca de chismes escandalosos.

—El Rey te espera en su despacho. —informó Damaris, mientras tomaban las escaleras hacia el estudio del monarca.

—Entonces iré a verlo ahora mismo. No necesitas acompañarme, Lady Damaris, sé que debes estar ocupada. —detuvieron su paso, y ella sonrió.

—De hecho, lo estoy. Si necesitas algo, no dudes en hablar conmigo; ya están ocupándose de tu equipaje, así que alguno de los chicos te ha de llevar a tu habitación en cuanto termines. Me iré ahora. —se despidió con la mano, y bajó las escaleras de regreso al campo de entrenamiento.

Abrió la puerta, sin detenerse, caminando directamente hacia Cas, quien observaba con ojo crítico a los soldados.

—Oh. —dijo su amigo, cuando notó su presencia—. Creí que ibas a recibir a Diev.

—Y lo hice, pero lo dejé con el Rey. —contestó Damaris, concentrada en los chicos frente a ella—. Uri, no temas hacerle daño. Si creo que están yendo demasiado lejos, los detendré.

Damaris se enfocó en sus soldados, soltando indicaciones y dando demostraciones de lo que debían hacer cuando era necesario.

—General Lade —se acercó a ella Scarlet, con una sonrisa en su rostro, cuando dio paso al descanso—, ¿es cierto que el príncipe Seyn irá al baile de año nuevo de la Unión de la Tierra?

—Creí que ya todos lo sabían. Han estado hablando de eso los últimos días.

—Oh, por los dioses. ¿Yo puedo acompañarlo en su viaje? —preguntó su soldado, con emoción en su voz.

—Podría considerarlo, pero tengo la sensación de que quieres acompañarlo por motivos diferentes. —respondió Damaris, divertida.

Scar se sonrojó.

—Sé que no debería estar diciendo esto de Su Alteza, pero él es muy guapo.

Damaris se miró con Castien, quien también había estado escuchando, y ambos sonrieron ante las palabras de la joven.

—Scarlet —comenzó Damaris, tomando las manos de la chica—, escucha, no sé qué estés imaginando, pero debo advertirte que, si tienes segundas intenciones con Seyn, deberás parar ahora.

—¡Yo no...! —la chica se sonrojó aún más, si eso era incluso posible—. ¡No me refiero a eso!

—¿Ah, no? —dijeron Damaris y Castien a la vez, realmente confundidos.

El Villano de Nuestra HistoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora