CAPÍTULO XLIII

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—Deberías dejar de evitar mis preguntas de una manera tan obvia. —dijo Seyn, observando con calma a un Bastian que chistó.

—Está bien, pero no me vas a creer.

—Pruébame. ¿Dónde estuviste en tu desaparición?

—En... otro lado.

—¿Y supongo que ese otro lado no se llama Londrard? —Bastian lo observó asombrado cuando escuchó su pregunta.

—¿Cómo lo supiste?

—Oh, por los dioses, ¡entonces es cierto! ¿Y tu novio es un chico de allá?

—Estoy seguro de que todavía no he hablado de Ian.

—Todos saben que trajiste a un chico de quién sabe dónde.

—No todos saben su nombre.

—Yo no mencioné nombres. —sonrió, a lo que Bastian le dio una mirada de pocos amigos.

—Deja de jugar. ¿Cómo sabes de Londrard?

—Tengo mis propios trucos.

—Seyn.

—Una de mis amigas es de ahí. —contestó, encogiéndose de hombros—. El mundo es un pañuelo. Si hubiera sabido que estabas allá, te hubiera traído de regreso en cualquier momento. Fue varias veces al otro lado en estos meses.

—¿Cómo me hubiera encontrado si no me conoce?

—Te conoce, y, de hecho, estaba muy cerca de donde tú estabas.

—¿Qué cosa? —frunció el ceño—. No hablo loco, Seyn.

—Está bien, está bien. Te digo esto porque el otro día, mi amiga me mencionó sobre algo que se enteró. Así que comprenderás mi sorpresa cuando me dijo que uno de sus amigos le había mostrado fotos tuyas y dijo que eras su novio. —Bastian se levantó de un golpe.

—¿Ella conoce a Ian?

—Sí.

—¿Y sabe cómo está? —preguntó, ansioso—. ¿Puedo hablar con ella? Me gustaría saber si está bien. No nos hemos visto en meses y no sé...

—Bastian, cálmate. Ella lo visitó porque se enteró de su desaparición. No cree que él sea tan estúpido como para aceptar cosas como otras dimensiones y todo eso.

Bastian se quedó en silencio, evitando su mirada, y lentamente volvió a tomar asiento.

—Oh, por los dioses, ¿le dijiste y aun así te creyó? —preguntó, incrédulo.

—Ian es una persona con una mente muy abierta. —respondió Bastian, encogiéndose de hombros, mientras jugaba con el brazalete que Seyn le había regalado—. Te agradaría muchísimo, estoy seguro. Es una muy buena persona, Seyn. —suspiró, entristecido—. Lo extraño mucho, pero no puedo verlo hasta que todo esto termine...

—Aguanta. —lo interrumpió Seyn, apartando sus ojos del brazalete, para observar a su amigo, con asombro—. ¿Qué quieres decir? ¿Piensas ir al otro lado, de nuevo?

—¿Sí? —pareció confundido, como si no fuera bastante obvio—. ¿Por qué crees que hice todo este show? Lo comencé con intenciones muy egoístas, lo de Alyssa y Adrian era un efecto secundario en mis planes.

—El amor que les profesas es muy conmovedor.

—Ellos saben que todo lo que hice fue para no tener que cargar con la corona y regresar al otro lado.

—¿Y cómo es que conociste a este chico? Porque todo esto de irse literalmente a otro mundo, es bastante sorprendente.

—Oh, Ian me encontró cuando llegué a Londrard. Me ayudó, y todo eso.

El Villano de Nuestra HistoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora