CAPÍTULO XIV

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La puerta de la oficina se abrió, pero Damaris no miró en su dirección, demasiado ocupada pensando en cómo decirle al Rey que su hijo había desaparecido.

—Oye —se alejó de sus pensamientos un segundo para prestarle atención a Castien, quién se había asomado—, ¿sabes dónde está Seyn? No lo...

—Shh. —Damaris lo cortó, e hizo un gesto para que se acercara.

Castien miró hacia atrás, y cerró la puerta después de entrar.

Se sentó frente a Damaris, y se inclinó hacia ella, cuando le indicó que lo hiciera.

—Se fue a Cot con Mer. —le dijo, en voz baja.

—¿Qué cosa? —preguntó Castien, asombrado.

—Me dijo que se encontraría con la princesa Yan. —suspiró, echándose contra el respaldo de su silla.

—¿Y lo dejaste ir? —preguntó Cas, enarcando una ceja.

—¿Cómo que si lo dejé ir? ¡Por supuesto que lo dejé ir! Esta no es una prisión, Castien. —se enderezó, y se cruzó de brazos.

—Pero el Rey debe autorizar sus viajes.

—Ay, como si no supieras que Seyn se iría aún si no se lo autorizara. Ahora debo explicarle al Rey por qué su hijo no lo despedirá mañana.

Castien emitió un "Mmmm" demasiado alto y prolongado, que obviamente pedía su atención.

—Escúpelo. —dijo Damaris, interrumpiéndolo. Castien solo sonrió, con inocencia.

—No tienes que decirle que se fue hasta Cot.

—¿Me sugieres que le mienta? —Damaris enarcó una ceja, observándolo de arriba abajo.

—Ocultar la información. —corrigió—. Solo dile que tuvo asuntos que atender fuera del palacio. No es una mentira.

—¿Crees que funcione?

—Atender asuntos fuera del palacio puede significar cualquier cosa, desde "irse a pasear por la ciudad" a "ir a una ciudad lejos del palacio", así que sí. Creo que podría estar funcionando.

Damaris suspiró, jugando con su pluma.

—A veces me preocupa. —mencionó en voz baja, después de un minuto.

—¿Quién? —ella levantó su mirada—. ¿Seyn?

—Nos oculta cosas y actúa raro. —dijo, sin tener que confirmarlo.

—Dam, a este punto deberías estar acostumbrada a su comportamiento.

—Y lo estoy, pero eso no significa que no me pueda preocupar. ¿Acaso no te preocupas tú por él? —suspiró—. He notado cómo se queda en silencio por largos ratos, y cómo parece estar más allá de todo.

—Me preocupo por Seyn —contestó Castien, con tristeza—, pero sé que él no quiere que nos preocupemos por él. Si fuera así, ya nos habría contado qué le pasa. Es mejor esperar por lo que tenga que decirnos.

—O sea, sí, tienes razón, pero escucha, escucha. —se sentó a la orilla de su asiento, y se inclinó hacia Castien—. Cuando le propuse pedirle permiso al Rey para que fuera con nosotros, se negó casi al instante.

—Pero eso no es raro. Ya sabes cómo es Su Majestad cuando alguien trata de cambiar su opinión. El tío Dreklai no es alguien a quien se convenza fácilmente. —a Castien le supo extraño llamar al monarca "tío" después de tanto tiempo. Sacudió la cabeza, quitándose la sensación de encima.

Damaris se alejó, apoyándose sobre el respaldo de su silla, y cruzándose de brazos.

—Sigue siendo raro.

El Villano de Nuestra HistoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora