Goodbye, my danish sweetheart

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¿Cómo es que puedo ser tan tonto?

Si Katsuki y yo hacíamos ese tipo de cosas sin siquiera estar en una relación formal, obviamente, él también lo haría con su querida novia.

Me dejé llevar por mis estúpidos sentimientos creyendo que él podía pertenecerme y quererme solo a mí.

"¿Por qué estás con ella si no te gusta?" recuerdo haber preguntado una vez por impulso mientras estábamos en su casa; él se encogió de hombros diciendo "Es bonita y popular. Me conviene, supongo."

Después supe que ella fue quien se confesó y le pidió salir, así que él únicamente se limitó a aceptar.

Por alguna razón, eso me tranquilizaba un poco.

El pensar en Kacchan pidiéndole a alguien más ser su pareja, hacía que se me revolviera el estómago.

Dado que él nunca dijo que ella le gustaba, mi corazón se sentía aliviado.

Pero después de haber presenciado aquello, no me quedó ninguna duda de sus verdaderos sentimientos.


Salí corriendo hacia los baños para poder esconderme, ya que mis lágrimas amenazaban con salir frente a todos.

Afortunadamente, en los sanitarios solo me encontraba yo. Sin verme al espejo, enjuague mi rostro y traté fuertemente de no llorar.

Katsuki no merecía mis lágrimas.

Por fin me calmé, y pude escuchar el sonido de la campana, dando así por finalizado el descanso. Regresé a clases como si nada hubiera pasado.

Decidí que el último mes que resta de clases haré eso.

Fingiré que no pasó absolutamente nada.

Katsuki y yo no hemos tenido nada. La única relación que alguna vez habíamos tenido él y yo, fue de amistad, y terminó hace mucho tiempo.


Entré al salón donde ya había otros alumnos, incluyendo a Katsuki. Tranquilamente caminé hasta mi asiento, manteniendo la vista hacía enfrente.
Tomé asiento y saqué un cuaderno de mi mochila para comenzar a escribir lo que sea, y pretender que estoy ocupado.

Unos chicos se acercaron a Katsuki y comenzaron a hablar interrumpiendo así mi concentración. Desearía poder cambiarme de asiento.

En un descuido, mi lapicero cayó justo a lado del pie de uno de esos gorilas que estaba de espaldas a mí. Me agaché sin levantarme de mi asiento para recogerlo, y...


-¡¡Yō-kun!! ¡Midoriya intenta tocarte! -gritó el mono que estaba enfrente de este, viendo como yo intentaba tomar mi lapicero; cosa que detuve, pues sus gritos inesperados me espantaron. No solo a mí, sino a todos allí, que voltearon hacia nosotros para ver qué pasaba.

-Ew, qué asco. Ni se te ocurra tocarme, raro. -dijo el gorila, mirándome por sobre el hombro.

-Solo iba a agarrar mi lapicero, tonto del culo. -le respondí enojado.

No estaba de humor para soportar a idiotas, y no lo haría nunca jamás.

Volví a estirar mi mano para tomar mi lapicero, cuando el gorila golpeó mi asiento haciendo que casi cayera, pero con la mano que tenía estirada, me impulse sobre el suelo para hacer equilibrio y regresar así a mi lugar.

Shingou / SIGNAL Donde viven las historias. Descúbrelo ahora