My heart is buried in venice

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Pocas veces Katsuki y yo fuimos a pasar el rato en mi casa, por lo general siempre terminábamos en la de él. Yo no entendía aquello, ya que ambas se encontraban siempre vacías, únicamente éramos él y yo, nadie más.

Claro está que no íbamos a jugar. Al principio solo eran besos sin ninguna otra intención o intensidad en ellos, pero después de un mes y algo, los besos se intensificaron.
Para el cuarto mes sus manos se pasaban por debajo de mi ropa, acariciando mi piel, sin detenerse en ningún lugar en específico.
Dos meses después de eso, probablemente ninguno se percató de qué tan lejos habíamos llegado, pues el terminar teniendo nuestros fluidos en la mano del otro se nos hacía lo normal.

Al haber estado teniendo pensamientos indebidos y sueños húmedos con Kacchan durante mucho antes que todo aquello comenzara, cegaba mi vergüenza, haciéndome pedir por más mientras él se ocupaba de aliviar nuestras erecciones causadas por los besos húmedos y las caricias.

El no poder siquiera acercarme a Katsuki en presencia de alguien más, y verlo de la mano con su "novia" frente a todos, me destruía.

Pero el poder tener nuestro momento juntos, y que fuera algo tan íntimo, me hacía muy feliz.

Aunque al final siempre terminaba con un vacío dentro de mí.

El haber empezado a llevar las cosas más allá de solo besos, me estaba haciendo mucho peso en mi conciencia. "¿Cómo se sentirá Kacchan?" Me preguntaba muy seguido a mí mismo.



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Llegué temprano a la escuela (como lo había estado haciendo los últimos meses) e ingresé a mi salón de clases, ahí estaba Kacchan esperándome.

De nuevo, había llegado más temprano que yo.

Ese día yo me sentía muy incómodo, debido a que había estado pensando en nuestra relación el día anterior después de haber salido de su casa.

Apenas lo vi, lo saludé con una sonrisa que no llegaba a mis ojos, y él sonrió de regreso.

Me quedé parado en la puerta, mientras él estaba sentado en la paleta de su pupitre.

-¿Qué pasa? -preguntó al ver que no tenía pensado entrar.

Me di cuenta que se puso algo nervioso, pude notarlo en su voz. Su mirada que chocaba agresivamente con la mía era seria, y no como lo usual.

-Nada... Sigo algo dormido. -mentí.

Se puso derecho aún desde su lugar, viéndome con desconfianza y una seriedad increíble, soportarle la mirada era difícil, volteé hacia otro lado.

-¿Qué pasa, Deku? -ahora su voz parecía molesta.

Y por alguna razón, eso me irritó.

-No pasa nada. Si quieres decir algo, dilo -hablé con determinación. Solo dudé por un segundo antes de regresarle la mirada.

-Te podría decir lo mismo. ¿Qué mierda te sucede?

-Como dije, nada. -suspiré pesado, sujeté con fuerza mi mochila y caminé hasta mi pupitre. -Es solo que me molesta tu actitud a primera hora de la mañana. -respondí molesto.

-¿A qué te refieres con mi "actitud"? Tú fuiste el que se quedó ahí parado sin decir nada, solamente te pregunté qué pasaba... ¡Y no te atreves ni a mirarme! -su mano intentó tomar la mía, sin querer retrocedí.

-Ah, perdón. Yo no-

-¿Lo ves? -interrumpió golpeando levemente mi asiento. -Estás molesto conmigo.

-No. Estoy cansado. -admití cabizbajo.

-¿De qué?

-De todo. -volví a suspirar, tomando el aire necesario para no convertirme en un cobarde otra vez. -Ya basta, Kacchan. Lo que estamos haciendo no está bien. -alcé mi rostro deteniendo mi mirada en la suya.

-¿Qué? ¿A qué viene eso ahora? -cuestionó con expresión seria. -Deku, no digas tonterías, nosotros estamos totalmente bien. Quizá no lo hablamos como era debido, pero tenemos un trato.

Sentí que mis ojos se empezaban a poner húmedos ante sus palabras; por tristeza, por enojo, de estar aguantando y reteniendo tanto durante meses.

-Sí, exacto, es justo por eso. -levanté mi dedo índice, poniéndolo en su pecho, apuntando y golpeándolo ligeramente. -Es porque tú lo ves como un maldito trato. Esto no es nada más que un simple juego para ti, ¡¿Qué a caso no te pones a pensar en lo que yo siento?! -las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos, llevé mis manos hasta mi rostro tratando de ocultar lo evidente.

Al no recibir respuesta alguna y que mis lágrimas no se detenían, opté por salir corriendo de allí aún con mi mochila puesta. En mi intento de salir apresuradamente, choque con un compañero que iba ingresando al salón.

-Bakugo, ¿Tú hiciste llorar a ese raro? -preguntó con tono burlón.

Fue lo último que escuché antes de seguir mi camino en dirección a los baños en donde lave mi rostro y esperé a calmarme. Después de por fin sentirme un poco mejor, o por lo menos, listo para fingir estarlo, regresé a la clase, entré al mismo tiempo que la profesora, quien obviamente me llamó la atención por "llegar tarde".

Caminé hasta mi asiento tratando de que mi mirada no se cruzara con cierta persona, que parecía ignorarme también.

Katsuki no intentó hablar conmigo en ningún momento.

Pensé que nuestra "relación" había terminado finalmente.


Mi sorpresa fue, que ya estando en casa, Katsuki apareció.

Me encontraba en el living con la televisión encendida, pero no ponía atención a lo que sea que estuviera en la pantalla. Mi mente estaba divagando en todo lo que había pasado en los últimos seis meses.
El año escolar estaba casi por terminar y ni siquiera me había puesto a pensar en ello; tampoco tuve tiempo de pensarlo, ya que la puerta sonó, haciéndome así salir de mis pensamientos.

"¿Quién podrá ser?" me pregunté.

Abrí la puerta y ahí estaba Kacchan parado enfrente de mí.
Ya no llevaba su ropa escolar al igual que yo.

-¿Qué haces aquí? -le pregunté con molestia.

-Tenemos que hablar.

-No. Yo no tengo nada de que hablar contigo. Lo dijiste todo antes, ya me quedó claro. -dije, para luego intentar cerrar la puerta.

-Espera, espera. -contestó rápidamente, su mano se mantuvo en la puerta impidiéndome cerrarla. -De verdad... Esta vez voy a ser sincero.

-¿"Esta vez"? Ya no quiero saber de ti, solo olvídalo, regresa por dónde viniste y finge que los últimos meses nunca pasaron. -una vez más intenté cerrar la puerta, forcejeando con Katsuki, quien no me lo permitía.

-¡Lo digo muy en serio! -insistía. -Vamos, déjame entrar para hablar contigo, por favor.

Cansado ya de tanto forcejeo, suspiré, dejándolo ganar y esperando a que entrara.

-... Gracias. -lo oí decir, aunque lo dijo muy bajo.

-¿Y bien? ¿De qué quieres hablar?


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Publicado por primera vez el 1 octubre 2021, editado el 13 de agosto 2022.

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