Carlos:¿Y esta luz tan temprano?¿Quién carajos puso una ventana encima de la cama? Supongo que tendré que levantarme, que pereza. Me siento como si hubiera dormido solo cuatro horas. Me volteo sobre las sábanas, encuentro una espalda desnuda y desaparece un poco de mi mal humor. La acaricio con los dedos, hasta que noto que comienza a moverse y suelto un ronquido como si estuviera durmiendo.
–Sé que estás despierto –dijo mientras bosteza–, cuando duermes roncas más alto que eso –volteó hacia mí frotándose los ojos.
–¿No te bastaba con decir buenos días?
–No –estiró la cabeza para darme un beso corto.
–Lávate los dientes antes de hacer eso –fingí un mueca.
Hizo un ademán de levantarse pero la tomé de la cintura, pasé el otro brazo por debajo de su cuerpo y tiré de ella, de forma que quedó acostada encima de mí.
–¿A dónde crees que vas, lobita? –pregunté rozando nuestras narices.
–A donde yo quiera, para eso soy la líder de esta manada –me dio un toque en la nariz con la punta del dedo.
–En tus sueños.
Intentó levantarse pero apreté el agarre alrededor de su cuerpo.
–¡Oye! –se quejó mientras se removía intentando salir.
–Si quieres irte tendrás que zafarte primero.
–¡Suéltame! –dio unos golpecitos en mi pecho mientras se reía.
–Te enseñaré quién es el macho alfa.
¿Por qué todos los días no pueden ser así? Por cierto, hola, soy Carlos, alias: el idiota del año, ¿Cómo están?, ¿Cómo que confundidos?, ¿Alexa no les contó lo que pasó ayer?, pero que irresponsable, supongo que tendré que ponerlos al día.
…
–No te alteres –susurré.
–¡Hay que correr!
–No, eso sería sospechoso, solo camina normal –entrelacé nuestros dedos.
Miró nuestras manos unidas por un segundo y empezó a caminar a mi lado. Parecía que saldríamos ilesos de la situación, cuando los focos de la patrulla alumbraron nuestra espalda y escuchamos que alguien tiraba la puerta de un auto. Genial.–Vamos a ir presos, esto me pasa por escucharte.
–Cálmate –la miré a los ojos–, solo déjame hablar a mí.
–¡Alto ahí! –gritó una vos ronca y nos dimos la vuelta.
Me imaginé que en un lugar como este habría una especie de sheriff, con sombrero y una estrella en el uniforme, pero solo era un policía común. Que decepción.
–Buenas noches oficial –saludé y apreté la mano de Alexa para que hiciera lo mismo.
–Buenas noches –murmuró escondiendo sus ojos en la gorra.
–¿Qué hacen afuera chicos?, son más de las nueve –sacó una linterna de su bolsillo y nos alumbró directamente a la cara, cosa que me pareció totalmente innecesaria.
–Vivimos juntos, en esta calle. –Tuve que alzar un poco la voz, debido a la distancia que nos separaba–. Solo vinimos al bar a comprar unas bebidas.
Nos lanzó una mirada desconfiada–. Muéstrenme eso –señaló la bolsa y tuve que apretar la mano de Alexa para que no saliera corriendo.
Abrí un poco la bolsa y la incliné hacia adelante para que pudiera ver, mientras Alexa miraba hacia otro lado, esquivando la vergüenza, pensé.
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Entre cuatro paredes. ©
Teen FictionUn virus que fue subestimado, y dos personas que violaron las medidas. Yo diría que esos fueron los principales factores de esta ecuación. Alexa, una chica de veinte años, economista, con experiencia en relaciones no amorosas, conoce a Carlos. Un ch...