Extra 3

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¡Hola!, ¿qué tal están?, ¿bien?, que bueno, yo también, gracias por preguntar. Primero, bueno ya no somos nuevos en esto: los extras de esta novela son para mayores de 18, no se preocupen, no alteran la trama de la historia. Y segundo, para los que votaron sí al extra como próxima actualización en Telegram (¿les había dicho que tenemos canal oficial de la novela?), pues aquí está, espero que les guste ;)
Y tercero, ya sé que la canción no es muy sexy que digamos, pero no soy yo, lo juro, Carlos anda muy romántico últimamente.

Eso es todo, nos vemos prontito, bye bye.

.....

Carlos.

-Te quedas ahí para siempre -afirmé, sin apartar un segundo mis ojos de los suyos.

¿Afirmé?, más bien, invité, la invité. La sigo invitando, esta vez con la mirada. Después de unos segundos de silencio, subió y bajó los hombros despacio, con un parpadeo sutil, y no sé qué hubiera hecho alguien más, pero yo lo tomé como la respuesta a mi invitación.

Nos lanzamos hacia adelante al mismo tiempo, chocando en un beso ansioso, desesperado. Enrosqué una mano en su cuello, coloqué la otra en su espalda baja y tiré de ella hacia mí. Necesitaba tenerla más cerca, mucho más cerca. Acarició mi nuca con la punta de los dedos, y subió a revolverme el pelo sin ninguna delicadeza. Mientras, nuestras bocas seguían en su guerra de besos salvajes y mojados. Tiré de su pelo, incitándola a echar la cabeza hacia atrás. Lo hizo, y mordí suavemente su mandíbula antes de bajar por su cuello. Dejé un beso en medio de su clavícula y arrastré los labios hasta su oído.

-Alexa...

-No digas nada-me interrumpió, tirando hacia arriba de mi sudadera.

-No deberíamos hacer esto -alcé los brazos al aire, dejando que me la quitara.

-¿Y por qué te dejas desnudar?

-Supongo que, aunque adviertan al soldado, si está enamorado en guerra morirá -encogí los hombros.

Soltó una pequeña risa, y se quedó mirando mis labios un segundo. Se alzó sobre sus pies, estampó un beso en ellos, y con una intensidad arrasadora su lengua se abrió paso dentro de mi boca, se enredó con la mía, jugando, bailando. Cerré los ojos con fuerza, ahí están, esos besos desordenados que tanto me encienden. Tiró de mi labio inferior en una pequeña mordida, y se retiró hacia atrás, con una mirada de fuego prendida en victoria.

-¿Y tú? -Metí la mano debajo de su camiseta, y la arrastré hasta uno de sus pechos-. ¿Por qué te dejas hacer esto?

Apreté entre mis dedos su pezón endurecido, y mis ojos se deleitaron al ver el gemido silencioso que escapó de sus labios.

-Porque yo...siempre he sabido que tus besos matan-se las arregló para decir.

Dejó su mano sobre mi pecho, y cuando pensé que iba a apartarme, la deslizó hacia abajo, acariciando mi abdomen.

-No... -alcé las cejas en una señal de advertencia.

-¿No qué? -se mordió el labio, metiendo la mano bajo mi bóxer.

-No hagas eso.

-No estoy haciendo nada.

Inhalé con fuerza, cuando sentí su mano suave acariciar mi miembro. Cerré los ojos un momento, disfrutando la sensación. Mi mano descendió por su vientre, colándose en sus bragas en un parpadeo.

-Carlos... -echó la cabeza hacia un lado.

-Yo tampoco estoy haciendo nada -hablé con inocencia fingida.

Entre cuatro paredes. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora