Prólogo

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“Dante miró a Riley, el amor de su vida, sin poder creer lo que estaba sucediendo, sus ojos reflejaban desesperación y dolor, él busca en los ojos de ella lo mismo, sin embargo, Riley evitaba a toda costa que la mirara a los ojos. Todo parecía estar bien entre ellos, pero ahora ella lo estaba dejando porque no podía seguir con la relación. Él sostuvo su mano con fuerza, como si eso pudiera evitar que se alejara, pero sabía que era inútil, nada haría que ella permaneciera a su lado. Era claro que Riley era el amor de su vida, pero a veces, el amor de tu vida no se queda contigo.

—¿Hice algo malo? —preguntó Dante con preocupación, no sabía como arreglar todo este asunto ya que nunca se le había cruzado por la cabeza que esto algún iba a ocurrir.

—No —respondió Riley entre sollozos—. Eres un gran hombre, pero... —Hizo una pausa, como si buscara las palabras adecuadas—. No estamos hechos para estar juntos. No te merezco.

Dante lo sabía. Sabía que Riley era una persona insegura y que él había tratado de ayudarla, de apoyarla con su amor. Pero el amor no siempre es suficiente, no siempre el amor va a poder con todos los obstáculos. 

—Yo te amo —dijo Dante con dificultad, sentí como ese nudo en la garganta le impedía pronunciar las palabras.

Riley lo miró con lágrimas en los ojos, mientras, Dante se preguntaba por qué algo tan lindo tenía que tener su fin.

—Yo a ti no —respondió, y esas palabras fueron como una puñalada en el corazón de Dante—. No me amo ni siquiera a mí misma. ¿Cómo esperas que te ame?

Dante se quedó en silencio, tratando de no derrumbarse frente a ella, ya había mostrado su fragilidad ante ella y no había importado en lo absoluto . Tenía que ser fuerte, era lo único que le quedaba. Al final por más que ames a alguien, no puedes obligarlo a quedarse a tu lado.

—Está bien, lo entiendo —dijo finalmente.

—Lo siento —respondió Riley, y su voz se desvaneció en un sollozo.

Dante respiro hondo y se quedó en silencio mirando hacia el suelo mientras escuchaba los pasos de Riley alejándose cada vez más, su corazón le pedía que la detuviera, sin embargo, sabía que no era lo correcto”.


Me recargue en el respaldo de mi silla y mire nuevamente el final. Mordí mi labio y di en publicar, ya estaba, había terminado la novela y sabía perfectamente que mis lectoras llorarían por el final, después de 40 capítulos llenos de amor y sufrimiento, más sufrimiento que amor pero en fin, me ponía un poco triste que Dante tuviera ese final, era el tipo de personaje literario que te crea espectativas altas en el amor.

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