Con el Correr del Tiempo || ArgChi || [Múltiples Universos]

Todo es amor (1/?)

Notas: ¡Omegaverse! <3 Incluye más parejas, como Venezuela y Colombia, Perú y Ecuador, Brasil y Uruguay y Paraguay y Bolivia. Primer capítulo de una historia que, como muchas, escribí hace bastante tiempo y nunca seguí jaja Había olvidado publicarla en este libro. ¡Disfruten!

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La fiesta de Navidad en la casa de Manuel y Martín estaba convirtiéndose de a poco en la melancolía propia que aparece después de que las doce se cumplen. En el living, donde estaba el árbol grande en un rincón cerca del ventanal, los muchachos charlaban suavemente, recostados en el sillón, acurrucados unos sobre otros, con un murmullo suave que a veces iba subiendo de tono cuando alguna risa se colaba por aquí y por allá. Los niños, abiertos ya los regalos, estaban durmiendo en la pieza de invitados en el segundo piso. Las luces iluminaban tenues, en el techo, estaban colgados unos adornos de botitas rojas que Manuel había insistido en colocar. En parte porque iban a venir los niños, la Simone, Alonso, la Isabela, en parte, porque estaba emocionado por su primera navidad siendo más que una familia de a dos.

Y Martín no había podido negarle nada, demasiado hundido en todos sus instintos y sus feromonas y sus deseos de complacer a Manuel y de cuidarlo, y emocionado por todos lados, era imposible decirle que no a cualquier cosa, en ese estado. Incluso luego de darle una barrida a la habitación y observar a cada uno de sus amigos, de su familia ahí presente, Martín sonrió grande cuando sus ojos verdes se quedaron en Manuel. Su omega estaba derretido en el sofá negro, conversando con Catalina.

De vez en cuando Manuel ponía su mano en su guata y respiraba por la boca una y otra vez y le sonreía a su mejor amiga, asintiendo con la cabeza. Tenía las mejillas coloradas y los ojos cristalinos y Martín frunció el ceño, pero sin que su sonrisa desapareciera ni por un momento de su rostro. Estaba contento de que Manuel hubiera aceptado hacer la fiesta al fin y al cabo, de que se sintiera con ganas de participar, con ánimo de charlar. Lo había visto revoloteando por la casa en la mañana queriendo asegurarse de dar una buena impresión a todos sus amigos cuando llegaran a la comida; Martín se había negado a permitirle hacer mucho más. Tenía programada la cesárea para el 4 de enero y diciembre había sido complicado, así que él estaba contento de que Manuel parecía tener un mejor humor en Navidad.

— ¿Acaso no te parecen los omegas más lindos de la casa? —Martín volteó la cabeza al oír las palabras susurrantes justo detrás de su oído. María estaba sonriéndole con los labios rojos y sus colmillos sobresalientes, poniendo su mano de dedos largos y flacos justo encima de su hombro. En la otra cargaba una copa de champagne, que movía hacia un lado y otro delicadamente.

— Son preciosos, ¿verdad? —respondió Martín. — Todavía no puedo creer que en una semana más Manuel va a dar a luz a nuestro hijo.

— Cuando la gente dice que los omegas son más atractivos durante el embarazo, ¡además del celo, por cierto! No mienten.

— Mi omega ya es hermoso. Pero... —Martín se acercó a María como si le contara un secreto.— Cuando lo veo así, con esa panza, me dan ganas de no dejarlo salir nunca de la cama.

María se echó a reír, golpeándole el hombro.

— Catalina me tiene igual. Está preciosa. Ya era preciosa cuando estaba esperando a Isabela pero ahora que vamos a tener a nuestra segunda hija siento que está más bonita. No sé, cosas de alfas, ¿no crees?

Martín asintió, mirando a Manuel. Esta guagua que estaban esperando era su primer hijo y él en realidad esperaba que no fuera el último. Manuel había esperado para tener hijos y Martín lo había respetado. Su primer año de casados lo disfrutaron solo así, casados; nada de niños, ni un llanto, solo ellos dos y los perros. Al segundo año, Martín decidió que estaba listo. No había otro omega que él quisiera para ser la mamá de sus hijos, porque simplemente no existía otro omega como Manuel. Manuel, que era independiente, medio rebelde, pero infantil a la vez, cabro chico. Enojón, pero sonriente, chistoso.