Last night I dreamt that somebody loved me sonaba en los audífonos de Manuel la noche en la que sucedió. La compañía de Martín y su olor alrededor le alentaban a tararearla como un juego infantil para que el alfa parado ahí a su lado adivinara lo que oía con concentración. Martín susurraba ¿algo de Morrissey? Mientras le besaba el cuello y los hombros por encima de su chaqueta. Ese había sido un detalle bonito, darle su chaqueta de cuero para protegerlo del frío. Manuel podía oler su esencia encima y en todo él, entrando por su nariz y haciendo que le crecieran flores en el pecho.
Entonces él había contestado "Uh, uh. Oh, en verdad, sí... casi" pero sin mirarlo a los ojos. Martín era como la sombra de un fantasma, presente siempre. Cada día y cada noche. No en carne y hueso, pero sí en sus sueños. Manuel podía sentirlo todo y verlo todo por el reflejo del espejo al fondo del ascensor. Martín es el alfa de su vida. Como la miel en la boca del león. Prohibido, aterrador y lejano. Inalcanzable y deseado.
Siempre quiero lo que no tengo, siempre quiero lo que no hay, Manuel canta bajito y Martín lo mira a los ojos. Él tiene las manos grandes y los dedos pesados y los carga sobre sus clavículas debiluchas, pero Manuel sabe que no lo va a quebrar. Ninguna parte de su cuerpo, al menos. A lo mejor sí su corazón. Pero sus ojos esta noche son tan sinceros y Manuel ha esperado por meses y sus labios son hipnotizantes y dulces cuando los toca y los roza y los lame, que no podría desconfiar de él aunque lo deseara.
La pieza del hotel donde Martín lo ha llevado no tiene número. No hay ningún compañero cuando Manuel entra, quitándose la capucha de la cabeza. Martín le susurra cerca del oído que nadie lo puede ver, pero Manuel lo duda. Su cara está en las revistas y en la tele y en los anuncios allá afuera y si no lo conoce a él, conocen a Martín. La vida es cruda e irónica y también dolorosa porque ojalá se hubieran encontrado antes, cuando Martín era libre.
— ¿Por qué no dormís con un compañero? Eso es lo que hacen ustedes, ¿o no? Comparten la pieza en los hoteles.
— No es el hotel de la selección. Además, hoy quiero compartir la pieza con vos.
Manuel mira la cama vacía. Bien ordenada y limpia, como es Martín no más. Huele a él, solo a él, a ningún otro omega más y Manuel aspira, para grabarse ese aroma por siempre y no cierra los ojos para perpetuar esa imagen en su cabeza.
— Mmm —canturrea, cerrando los ojos por fin al contacto de la boca de Martín en su cuello desnudo. Sin marca encima. No le pertenecía a nadie. Esta noche, de todas maneras, podía él imaginar que le pertenecía a Martín. — ¿No hay nada más hoy? ¿No hay excusas ni trabas ni miedos? ¿Caímos al fin?
Martín inhala cerca de él tan profundo, pero no le dice nada.
Manuel mantiene sus ojos cerrados con tanta fuerza que duele.
— Cuando despertemos mañana, por favor no te arrepientas.
Pero Martín sigue sin contestar. No le habla tampoco cuando lo empuja sobre la cama y le tapa sus palabras con besos. Su cuerpo es tan extraño. Manuel siente que las manos le queman cuando lo recorre, cuando delinea cada uno de los tatuajes en sus brazos y cuando se atreve, con timidez, a sostener el rostro de Martín solo para sentir que esto está pasando de verdad. Lo deseó tanto. Imaginó las piernas de Martín enredadas con las suyas durante tantos días que perdió la cuenta. Necesitó su compañía y su calor y su amor cada noche solitaria solo para poder dormir. Pero nunca obtenía nada. Se quedaba con las manos vacías y anhelantes, observando marchar a Martín en cada ocasión secreta.
Martín hoy está aquí, desnudo sobre él. Si Martín se va como siempre, Manuel no sabe qué va a ser de él.
— ¿Hiciste esto alguna vez?
ESTÁS LEYENDO
Con el Correr del Tiempo || ArgChi || [Múltiples Universos]
FanficUna recopilación de las historias de un capítulo o dos que he escrito a lo largo de mi estadía en el fandom sobre Argentina y Chile. Incluye el ArgChiWeek de 2018 y 2023.