Capítulo 4

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CAPÍTULO 4
HABITACIÓN DEL TERROR

Brenda.

Robé un diamante de mi colgante para trazar un círculo en el cristal del ventanal. Lo dibujé del tamaño suficiente para poder atravesarlo.

Preparé mi puño y lo estampé en el núcleo.

Algunos cristales cayeron, pero tuve que darle otro golpe para conseguir romperlo del todo. Arrugué mi nariz sintiendo dolor. Miré mi brazo viendo como la sangre brotaba de la herida. Sacudí mi cabeza centrándome en lo importante: mi huida.

Crucé el jardín mientras las alarmas de la mansión Kozlov sonaban poniendo mi cabeza en busca y captura. No podía permitir que me arruinaran el plan llegado este punto. Así que sin pensármelo dos veces, me quité los tacones y eché a correr por las calles de la urbanización como delincuente.

Los furgones de Viktor me perseguían, pero el ser más menuda obraba a mi favor porque podía esquivarles con mayor facilidad.

No sabía donde estaba. Ni siquiera hacía donde me dirigía. Pero seguí corriendo veloz por callejones desolados y con iluminación pobre jurándome que esto saldría bien. Era eso o que el mafioso colgara mi cabeza en una de sus paredes como recuerdo vengativo a mi escabullida.

Me topé con una anciana. La verdad es que fue como encontrar agua en pleno desierto porque necesitaba urgentemente contactar con alguien.

La señora viró su rostro mirándome desconfiada a través de sus gafas cuando me acerqué.

—Disculpe... —llevé la mano a mi estómago intentado reunir oxígeno. —¿Sería tan amable de prestarme su móvil para hacer una llamada?

—Ese corte no tiene buena pinta, —alagó la anciana analizando mi herida sangrienta. —¿necesitas que avise a una ambulancia?

La cubrí con mi mano actuando serena.

—No se preocupe. —mostré mis tientes para transmitirle tranquilidad. —Avisaré para que vengan a recogerme e iré al hospital más próximo.

—¿Esta segura? —siguió insistiendo ella poco convencida del argumento que le di.

—No es nada...

—Está bien, querida. —hurgó en su bolso en busca del teléfono. —Aquí tiene ese dichoso aparato.

Reí hacia mis adentros.

Tecleé el número de Clark con los dedos inquietos y un bombardeo atacando mi interior. Era el único que me sabía y no pude traer el mío por razones obvias.

Sonó el primer tono.

Vamos, responde.

¿Diga? —contestó la voz de una chica.

¿Clark tenía novia?

—Soy Brenda Davis, una compañera de Clark y necesitaría hablar urgentemente con él. —demandé intentado sosegar mis nervios a flor de piel.

—No. —expulsó rápida.

¿Que demonios? ¿Por qué?

TAIPÁN ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora