Capítulo 22

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CAPÍTULO 22
FRASCO ENVENENADO.

Brenda.

Tras la emotiva despedida con mamá, armamos el equipaje para volver nuevamente a Moscú. Ella nos prometió una visita en las próximas semanas. A lo que Viktor garantizó estar encantado de recibirla.

Aproveché el vuelo para descansar. Aún sentía mi cuerpo resentido. El heredero Kozlov se encargó de tomar las maletas cargadas al llegar a la capital.

¿En que momento ha pasado de ser el villano al bueno y entrañable de la película? —pensé.

Viré mis círculos con disimulo hacia su lugar y lo escaneé atentamente. Pómulos marcados. Mirada al frente. Y bíceps inflamados a punto de reventar su camisa debido a la fuerza del equipaje.

¡Maldita sea, idéntico al puñetero Dios Griego!

—¿Quieres tocar? —soltó de repente.

Mis mofletes ardieron, pero lo supe ocultar.

—Más quisieras. —contraataqué.

Sonreí descaradamente cuando veo a Katya y Damon plantados en el aeropuerto con globos brillantes y coquetos murales de bienvenida.

Avivé mis pasos hasta enfundarme en los brazos extendidos de la hermana Kozlov.

—Que alegría que estés bien, Brenda. —murmuró próxima a mi oído estrujándome en su pecho. —No sabes lo mal que lo hemos pasado estos días, sobre todo Damon. —explicó sin que Viktor escuchara.

—Creo que es otra persona... —reconocí cambiando exageradamente de tema. —Él está...

—¿De quien estás hablado? —indagó Katya dando un paso atrás con su entrecejo arrugado, pasmada.

—De Viktor. —afirmé. —Ha cambiado.

—No te fíes. —suscitó antes de que él llegara hasta donde estábamos. —Tiene los genes de padre.

—Tú también los llevas y eres distinta. —rebatí.

Katya quedó tan pensativa como atónita.

El rencor nublaba su razón. Aunque quizá estaba en lo cierto. Quizá la ilusa aquí era yo. Sacudí mi cabeza olvidando cualquier esperanza. Luego le di dos besos cordiales a mi amigo guardando espacio ya que el teatro debía seguir para anular sospechas, pero sus escleróticas tan vidriosas que costó.

—He dimitido. —sus ojos se salieron de órbita, y antes de que abriera el pico, añadí: —Ya te contaré cuando tengamos un momento a solas.

—El chofer nos espera fuera. —notificó Katya tras darle un falso achuchón a su hermano mayor.

La limusina nos trasladó hasta la mansión. El trayecto fue silencioso. Vi a Milena aguardando en la entrada aferrada al brazo de su suegra.

Señor, dame paciencia.

Viktor abrió la puerta del automóvil cuando este, estacionó. Tan solo puso un pie en el suelo que ya tenía a la arpía de su esposa montada como koala.

Un latigazo atosigó mi corazón.

Él no tuvo más remedio que sostenerla para evitar la caída. Damon y Katya ya en el exterior. Yo aún dentro. Mis piernas temblaban. Un sentimiento incierto frenaba cualquier acción en mi ser.

Cogí aire mitigando los nervios.

Salí decidida cuando Milena se desmontó cediéndole el paso a la fundadora Kozlov.

TAIPÁN ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora