Capítulo 16

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CAPÍTULO 16
LA CEREMONIA

Brenda.

Mi alrededor se pausó igual que en esas películas de ficción. Lo único que podía oír eran mis latidos taladrando en mi interior como bombardeo.

—Señora Milena Romanov. —citó el hombre católico des del altar mirando a la novia vestida de blanco nuclear. —¿Acepta a Viktor Kozlov como legítimo esposo en la salud y enfermedad, en la riqueza y pobreza hasta que la muerte os separe?

Ella alzó su vista para escanear a Viktor con sus círculos brillantes y enamorados.

—Sí, quiero. —alagó rotundamente.

Se aferró más al ramo de flores granates dejándose llevar por la plenitud que sentía.

Los profesionales contratados grababan la escena con sus cámaras digitales. Mis piernas flaquearon mientras los demás excesivamente alegres.

—Señor Viktor Kozlov. —y entonces los focos canalizaron al primogénito. —¿Acepta a Milena Romanov como legítima esposa en la salud y enfermedad, en la riqueza y pobreza hasta que la muerte os separe?

El silencio se hizo.

Mi boca se secó. Los segundos se convirtieron en horas y no podía mover un solo músculo. Mi vista intercalaba entre él y ella. El pecho de la novia subía y bajaba a ritmo transitorio rozando un ataque de ansiedad. Menudo show.

—Sí, quiero. —declaró finalmente.

Tragué saliva con dificultad.

Los suspiros aliviados tronaron en la parroquia cuando una descarga eléctrica atizó mi corazón haciéndome reaccionar. Despertándome.

Afloraron aplausos y la misa fue clausurada.

Dios, dame paciencia.

Las campanadas tintinearon desde la cima puntiaguda de la iglesia. Los recién casados atravesaron el umbral del templo mientras sus familiares y amigos hacían volar granos de arroz como acto de congratulación.

Milena tan llena orgullo que no cabía en su vestido cenicienta. Sonrisa triunfante. Pecho inflado. Y esferas narcisistas revisando mi figura para regodearse, haciéndome sentir pequeña.

¡Maldita imbécil!

Claramente mi vestuario no podía equipararse al de su esposa. Era umbrío pero elegante. Escote forma corazón. Largo hasta mis pies, y resaltaba mis curvas por lo apretado que era.

Pero aún así, inferior.

Viktor prefirió mantenerse en el anonimato. Sin emociones aparentes. Plantado como estatua de piedra interpretando el papel que había escogido.

Una farsa en toda regla.

La madre del heredero Kozlov contaminaba su pañuelo sedoso en lágrimas. Una actriz digna de secuencia dramática. Como no veía cual similitud con esta gente, me mantuve distanciada.

En el jardín botánico de enfrente se estaba la mar de a gusto. Era pequeño pero más que suficiente para desconectar. Árboles verdes lima. Bálsamo fresco y medicinal. Sensaciones naturales raspaban mi piel atildada. Paz mental fue lo que sentí.

Pero duró más bien poco.

—¿Algún problema? —cuestioné al guardaespaldas que alcanzó mi paradero.

—Me temo que el señor Kozlov ha ordenado que no la pierda de vista. —narró parándose a mi lado con sus hombros rectos y mirada firme.

Puse mis ojos en blanco.

TAIPÁN ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora