Capítulo 14

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CAPÍTULO 14
CONSECUENCIAS

Viktor.

El alcohol cayó como cascada por mi garganta. Era la quinta copa esta noche. Mis amigos manoseaban a las streepers mientras ellas bailaban en las barras de acero. Yo contemplaba el gran espectáculo de mi despedida sentado en el sofá media luna.

Levanté mi brazo reclamando otra ronda. El esposo de mi hermana lo había organizado. Conocía mis gustos impuros. Sin embargo, prefirió mantenerse al margen de esas jóvenes desnudas y cubiertas en diamantes. Alexei era el hombre más respetuosos que conocía. Apto para Katya y mis sobrinos.

Volteé mi cuello admirando a una de ellas. Su cabellera avellana y larga. Mirada aceitunada. Un buen trasero donde azotar. No mentiré. Llamó mi atención porque tenía una retirada a Freya. Aquello me excitó. Claramente no era ella, porque es incomparable. Inconfundible.

La streeper no tardó en percatarse. Se acercó hasta mi colocación moviendo sus curvas sensuales al ritmo de la música electrónica. Posicionó sus nalgas entre mis piernas exhibiendo sus carnes.

—¿Que deseas que te haga, amor? —inquirió inspeccionándome con lasciva. —Me ha dicho un pajarito que mañana te casas.

Sus dedos adulterados descendieron por mi barba recién afeitada. Me quedé callado autorizando que explorara. Sus labios caramelo se acercaron a mi cuello para mordisquearlo suave. Joder, se me está poniendo dura. Me levanté y la cogí del brazo para llevármela a una de las salas privadas.

No quería hacer esto delante de ellos.

Cerré la puerta. Luego coaccioné sus hombros obligándola a ponerse de rodillas ante mí.

—Chúpamela. —mandé excitado.

Ella desabrochó mi pantalón sin pensárselo dos veces. Tomó mi miembro con ambas manos y relamió la zona más carnosa devorándome como diabla des del suelo. Jalé su cabellera y la até fuertemente a mi muñeca. La penetré duro por la boca repetidas veces escaneando su rostro.

Solo pretendía imaginar que era Freya la que estaba en su lugar, alimentándose de mí.

Sonaron varias arcadas cuando aumenté la velocidad. Pero no paré. Me corrí en su boca.

[...]

El mareo era irrebatible cuando llegué a la habitación del castillo italiano. Milena esperaba cual segurata. Brazos cruzados. Espalda recta. Y orbitas encolerizadas contra mi persona.

Hasta diría que salía humo de su cabeza.

—¿Eres consciente de que en unas horas nos casamos, Viktor? —chilló ella a lo maníaca del control. —¿Te parece normal llegar a estas horas cuando has estado todo el día por ahí?

Caminé hasta el baño ignorando su malhumor. Y tal que así será mi futuro matrimonio con ella.

Solo me apetecía una ducha fría porque no podía quitarme de la cabeza a Freya devorándome.

—Déjame en paz. —demandé irritado.

—¡No me vaciles, Viktor Kozlov! —alzó aún más el tono y aquello desató la ira que llevaba dentro.

—¡Termina con el drama de una puta vez! —grité volteándome hacia ella para que se percatara de mi cabreo. —¡Era mi despedida de soltero y no tengo porque darte explicaciones, Milena! —inspiré y apreté mis puños conteniendo los impulsos.

—¡Me debes una explicación porque soy tu futura esposa! —reclamó ella dominante.

—¡Vas a ser mi esposa porque llegamos a un acuerdo puramente político! —le recordé. —¡Te advertí que este matrimonio no me impediría hacer lo que me diera la real gana!

TAIPÁN ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora