Capítulo 5

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CAPÍTULO 5
REPRESALIAS

Brenda.

La espera me causó claustrofobia.

Una mujer pelirroja con el típico traje de sirvienta de película, trajo alcohol y gasas para desinfectar el corte que me hice en el brazo. Limpió los rastros de sangre seca y colocó una venda alrededor.

Gracias a Dios me desató y ayudó a bajar. Me sentía mareada, pero lo supe disimular bien.

Parecía cual zombie mientras me dejaba guiar por sus directrices. Aterricé en una habitación cálida y acogedora. Después la muchacha se deshizo de mi ropa para bañarme como si fuese un bebé.

Lo agradecí. No podía ni con mi alma.

Ya resucitada, me colocó un vestido azul turquesa que dejó mi espalda al aire. Hizo que me sentara en una silla que había delante de lo que viene a ser un tocador clásico. Allí me alisó el cabello y añadió maquillaje en mis párpados y labios.

—Debes cambiar esa cara. —habló ella mientras sacaba prendas del armario para luego ordenarlas en la maleta de equipaje. —No quieras ver al amo enfadado. Por experiencia, no te lo aconsejo.

Arqueé mi hombros con desidia.

—No tengo motivos para sonreír. —narré desanimada y adolorida.

—Haz un esfuerzo. —pidió. —Porque si te ve así las consecuencias las pagaré yo por no haber realizado bien lo que se supone que es mi trabajo.

No respondí. Solo observé como doblaba las prendas y las añadía junto al resto. También puso un par de zapatos de tacón y lencería de encaje.

¿Para qué necesitaba tanto?

No indagué. Solo cogí aire saciando la furia que  llevaba encima. La joven tomó mi mano y ambas salimos de esa habitación. Ella cargó el maletín por mí y atravesamos la escaleras.

Los escoltas de Viktor esperaban en el recibidor posicionados en zonas concretas con las espaldas derechas y los hombros bien rectos.

Mi respiración se volvió errática cuando apareció Viktor y tras él, su prometida. La muy arpía hizo chocar su hombro contra el mío abriéndose paso.

¡Maldita y mil veces maldita!

—Proch's glaz moikh "aparta de mi vista". —espetó con asco en su idioma al pasar por mi lado.

Pensó que no la entendería, pero papá me obligó a estudiar ruso cuando cursé el instituto, por lo que me defendía bastante bien. Nunca imaginé que podría servirme de algo. Hasta ahora.

—Ty khochesh' "más quisieras". —respondí orgullosa de mis conocimientos.

Ella escaneó mi figura con los labios cerrados de manera incompleta, abrumada. Cerró las puertas de su abrigo terciopelo mirándome por encima del hombro, con egocentrismo. Pero Viktor tiró de su mano remolcándola entre sus brazos para evitar más disputas. Para mi sorpresa, sentí una punzada rara en mi corazón cuando envolvió sus mejillas y le propinó un beso de lo más profundo.

El muy canalla me miró directamente mientras seguía devorando a su prometida.

¿A que demonios está jugando?

No conseguiría enfurecerme con este juego de niñato, porque caer en garras de un psicópata no entraba en mis planes. Vamos, ni de coña.

—Uvidimsya "nos vemos a la vuelta". —narró con amor ubicando su mechón rubio tras la oreja.

TAIPÁN ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora