Capítulo 19

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CAPÍTULO 19
MEDUSA EN ACCIÓN

Brenda.

No contento con hacerme venir a la fuerza, también estaba obligada a participar en esa misión suicida.

Francamente, mi afán de venganza era tan fuerte que amputaría sus pollas con un cuchillo carnicero para así vetarles del sexo hasta el fin de sus días.

¡Se lo merecían por violadores!

Los que lo intentaron conmigo ya estaban en la tumba pudriéndose, pero sus cómplices no.

—Tienes que sostenla así. —detalló Viktor empuñando la pistola con tesón. —¿Ves?

Sacudí mi cabeza asintiendo.

El muy inútil hizo de profesor para enseñarme a utilizar un arma. La que debería darle clases más bien era yo. Pero aún con esas, actué de diez aparentando ser una completa ignorante.

Imité su misma postura. Piernas separadas. Torso enderezado. Barbilla recta. Bueno, en realidad me hice un poco la tope para seguir con la farsa.

—¿Así está bien? —inquirí.

Ladeó su rostro inspeccionando mi trasero, y fue ahí cuando me aproveché de su debilidad. Curvé mi dorso sutilmente poniendo mi culo en pompa.

—Excelente. —constató aproximándose para tomar mis caderas y girarlas parcialmente. —Si te inclinas un poco más atinarás mejor el tiro.

Su aroma mentolada con un ligero toque a nicotina hizo que esnifara como verdadera adicta.

¿Porqué demonios seguía atrayéndome de esta manera cada vez que se acercaba a mí?

Di un paso atrás, esquivándolo.

—Quiero ir a ducharme antes del operativo. —avisé dando media vuelta dirigiéndome a la salida.

Sus pasos me siguieron.

—Yo también. —garantizó firme.

—No hace falta, Viktor. —hablé con mi vista pegada al frente. —Por el momento se ducharme solita.

Sonreí victoriosa y enorgullecida por ser quien le dejaría con las ganas de más.

—¿Y quien te ha dicho a ti que quiera ducharme contigo? —reprochó él sobrepasando mi posición mientras me escaneaba por encima de su hombro encastillado con aires desinteresados.

Un rechazo era lo último que esperaba.

Como no, el dúplex era de Viktor. Selló la compra tras aterrizar a Hong Kong. Lo adoré solo viendo el coqueto recibidor. Era amplio. En vez de paredes habían ventanales. Decoración minimalista y una gran diversidad de cuadros extravagantes.

Suspiré desahogada cuando cerré la puerta de mi habitación. Rescaté mi móvil del bolso para activar una contraseña privada. También borré el fondo de pantalla que tenía con mamá. Muy seguramente Viktor lo chafardearía en cuanto tuviera ocasión.

Bloqueé la pantalla y lo dejé en la masita nocturna para así desvestirme. Accedí al cuarto de baño cavilando sobre mi situación actual. Era una porquería, pero al menos recorría mundo.

Giré la palanca hacia el icono rojo.

El agua cayó sobre mi cogote ofreciéndome el grado perfecto de relajación. Cerré mis párpados dejando la mente en blanco. Un hormigueo siseó mi organismo al notar algo rozar mis nalgas. Era compacto y meloso. La curiosidad hizo voltearme.

¡Santísima Trinidad!

Tropecé con Viktor. Un cuerpo atlético y sibarítico desnudo ante mí. Y una mirada tan incitante que fui hechizada al instante, tentada a pecar.

TAIPÁN ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora