Capítulo 28

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CAPÍTULO 28
CUÉNTAME LA VERDAD.

Brenda.

El equipo criminólogo de los Kozlov investigando los restos putrefactos del General para sonsacar la información y descubrir su verdadera identidad.

Ni mucho menos era la primera vez que mentía a Viktor en su cara siguiéndole el juego a Williams.

En Hong Kong también lo hice.

Recé en silencio esperanzada en que mi antiguo departamento hubiese eliminado cualquier referencia existente de ese mal nacido.

¡Toda esta porquería era culpa suya!

Claramente si los Kozlov adivinaban su legítima identificación, sería dama enterrada en los jardines de la adinerada propiedad. Así tendrían cerca el bonito recuerdo de mi funeral.

Mis días estaban contados.

No era precisamente tarea fácil burlar al mafioso durante tanto tiempo. Por lo que como era de esperar, sus sospechas hacia mí ya un hecho.

Pasé la noche en vela gracias a Viktor, ya que hizo someterme a un interrogatorio severo. No comí ni bebí nada durante las quince horas de tortura mental. Fue su culpa. Él me lo prohibió.

¡Maldito enfermo!

¿Que pasaría realmente si le fuese sincera? ¿Me mataría sin dudar? ¿O por lo contrario perdonaría mi deslealtad porque su amor hacia mí era franco?

Sacudí mi cabeza deshaciéndome de los pajaritos y arco iris que aparecieron sin más, sintiendo el jugo del café galopeando por mis arterias en intento de combatir el sueño agudo cuando llegué al plató para realizar mi segunda sesión fotográfica.

—Buenos días, Freya. —se pronunció Bella mientras colocaba la cámara en el trípode.

—Buenos días, Bella. —respondí con pesadez.

—¿Y esa cara? —sonó preocupada. —¿mala noche?

La pobre muchacha se escandalizaría si tuviese una ligera idea de lo que se viene a partir de ahora. Mi tarea era dar caza a quien anhelaba cual penuria y destrucción a mi alrededor. Venganza extrema.

Esa era la definición correcta.

Quería hacerle pagar. Quería desenmascarar a quien fuera que estuviese torturándome. Llegados a este punto, la sed de sangre prevalecía mil veces.

—Mala semana, —suspiré encogiendo mis hombros y arqueando una sonrisa falsa. —pero con ganas de plantarme frente al flash y olvidarme de todo.

Los Técnicos de Estética tiñeron mis párpados en tono plateado y alargaron las pestañas con rímel negro azabache. Después añadieron brillo en mis labios para darles un aire más voluminoso.

—¡A sus puestos! —mandó Oliver elevando su voz con repetitivas palmadas en gesto de iniciación cuando apareció con cara de pocos amigos.

Acatamos a la primera, sin titubear.

En esta ocasión iba vestida con un mono satén de color marengo, escote lineal y mangas sueltas dejando libres mis hombros desnudos.

Coloqué mi fisonomía en el epicentro de la sala decidida a cumplir con mis obligaciones.

—Eso es, Freya. —animó el fotógrafo dando pasos hacia mi silueta, aproximándose un poco más de lo normal. —Tócate como bien sabes. —musitó.

¡Será asqueroso!

Aún con la rabia apoderándose de mí, ignoré el comentario actuando profesional. Oliver Miller allí observando junto a algunos de mis compañeros.

TAIPÁN ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora