Capítulo 33

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CAPÍTULO 33
CRUELES VERDADES

Brenda.

Por lo visto, Alek fue condenado por traición. Viktor no titubeó ni un segundo al ordenar su captura, junto con la de Milena y su madre. Salí de la ducha, envolví mi cuerpo con una toalla y me cepillé el pelo. Aún no se sabía el paradero de esa panda de sabandijas, pero eso no era lo que me quitaba el sueño. Un varón de origen desconocido quiso borrarme del mapa.

Suspiré angustiada y abrí el armario.

Me puse unos vaqueros anchos, una sudadera gris y calzado cómodo. Até mi cabello con una pinza antes de que tocaran sutilmente la puerta. Una cabellera dorada y un par de ojos azules aparecieron entre el estrecho hueco antes de que pudiese responder.

—¿Estás lista? —dijo Katya en voz baja.

—Sí. —cogí el móvil del escritorio y lo guardé en el bolsillo trasero de los pantalones—. Vamos.

Esta noche, íbamos a bajar a las mazamorras para dar con cualquier pista que nos condujese a la identidad de ese mal nacido que intentó matarme a sangre fría.

—¿Crees que Viktor sospecha algo? —quiso averiguar antes de que llegásemos a la planta principal.

Nadie conocía nuestro plan. Si el heredero lo supiera, claramente nos lo habría impedido. Eran las ocho de la tarde. Viktor solía ir a correr diariamente a esa misma hora, así que era el momento idóneo.

—No. No sospecha nada. —giré la cabeza en su dirección y la miré intrigada —. ¿Y Damon?

—Tampoco.

Las luces del salón estaban prendidas. Katya y yo nos miramos a la vez, perplejas. Coloqué mi dedo índice sobre los labios en gesto de silencio, avancé sigilosa como gato hacia el extremo de la pared y decidida, espié el interior de la sala para ver si había alguien.

Mierda. Era Natasha. De puntillas para hacer el menor ruido posible, regresé junto a Katya.

—Es tu madre. —le susurré en el oído.

—Yo me ocupo. —afirmó con el mismo tono de voz que el mío—. Tú cruza mientras la distraigo, ¿vale?

Asentí con firmeza.

La hermana Kozlov cruzó el arco y entró sin más. En cuanto oí sus voces, volví a aproximarme. Esta vez, Natasha se encontraba de espaldas a la entrada. Sin dudarlo un segundo, aproveché la ocasión y pasé al otro lado del umbral dando tres saltos agigantados.

Me llevé la mano sobre el pecho y suspiré aliviada. Lo conseguí. Pasé desapercibida. Después esperé unos minutos hasta que Katya salió como si nada.

—Le he dicho que me dolía la cabeza y que había bajado a por mi medicamento para las migrañas.

De un manotazo, apartó las ondulaciones rubias que le cernían sobre los hombros, luego le echó un vistazo a su manicura impecable y rodé los ojos.

—Hay que darse prisa —extraje el móvil para revisar la hora—. Nos quedan cuarenta minutos.

Sin perder más tiempo, cruzamos rápidamente el pasillo, giramos a la izquierda y nos plantamos enfrente del portón que daba a las mazmorras.

—¿A qué estás esperando? —recriminé cruzándome de brazos y escaneando a Katya con ansiedad.

Solo los miembros de la familia Kozlov sabían el código para acceder a ciertos rincones de la mansión.

—No me mires así, agente Davis. —soltó negando con la cabeza y apoyando las manos en sus caderas—. Ya me advirtió Damon que eras una persona impaciente, sobre todo en las misiones.

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⏰ Última actualización: Aug 24 ⏰

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