Capítulo 3

20.8K 1.9K 402
                                    

CAPÍTULO 3
PRESENTACIONES

Brenda.

—¡Eres una zorra asquerosa! —espetó con asco cubriéndose la mejilla con lágrimas surcando.

Se lo merecía y repetiría con gusto.

Propiné gritos en el aire y pataleé eufórica intentando zafarme del agarre contra el suelo,
pero él ganó en resistencia.

¡Malditos rusos!

Lo único bueno que tenían era el Vodka. Y que bien me sentaría un trago ahora mismo.

En mi carácter no existía la opción a rendirme, así que preparé mi rodilla para clavársela en la boca del abdomen como segundo intento. Cuando lo hice, sus dedos se incrustaron en mis muñecas hasta el punto de escocer por la herida que creó.

—¡Quítame las manos de encima! —chillé cargada de odio mientras seguía zarandeándome.

Taipán avanzó con actitud prepotente inflando su pecho. Miró a mi contrincante para luego alzar su mano con orden de soltarme. Gracias a Dios, el hombre acató sumiso y me liberó.

Me levanté con dignidad resoplando molesta y bajándome las faldas hacia mis rodillas porque se habían subido con tanto ajetreo.

Cuando pude reaccionar, tenía a Viktor en mis narices acechándome en silencio con la mandíbula apretada de tal manera, que pude escuchar sus dientes chirriar. Su torso desnudo me despistó por un microsegundo, solo llevaba como prenda unos pantalones Nike de color ocre.

En un acto involuntario, desvié mi vista hacia un ángulo en particular. Esos bíceps cuadriculados estaban repletos de tatuajes en blanco y negro. No pude descifrarlos con exactitud, pero causaron cierta tentación. Los hombres tatuados siempre habían sido mi talón de Aquiles.

Y que tortura la mía.

—¿Quién eres tú y que haces en mi casa? —su aliento alcoholizado se mezcló con un bálsamo que olía demasiado bien para ser real.

Por primera vez en la vida, me quedé muda.

Di un paso atrás, pero Viktor avanzó inminente. No tardé en palpar la fría pared en mi espalda cuando acabó por acorralarme. Subió la mano hasta mi cuello y me alzó en el aire como peso pluma.

No podía respirar.

Sus empleados se quedaron quietos desde sus puestos observando como me trataba igual que a la basura. Me sentí una auténtica mierda.

Mi cuerpo tambaleó sin tocar de pies al suelo.

—Es la nueva dama que pidió, señor. Llegaba hoy por la noche. —intervino el señor que me había invitado a entrar dando una explicación, ya que a mí me resultaba imposible.

—¿La puta tiene nombre, Dimitri? —preguntó en mi idioma balbuceando su acento natal.

Y que sexy me pareció.

—Freya Cooper. —aclaró el tal Dimitri.

Como buenamente pude, intenté deshacerme de sus dedos insertados en mi garganta. Viktor me miró con una sonrisa ladeada y comprimió más duro. Por un momento creí que me tragaría mi propia nuez de adán.

El muy imbécil disfrutó, pero no iba a salir inmune de esta. Quien ríe último... ya sabéis como termina.

Por algún motivo, Taipán abrió el pliegue de su mano haciendo que mi cuerpo descendiera en una caída libre contra el suelo.

TAIPÁN ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora